Un par de semanas atrás un estudiante de pregrado me preguntó sobre los rankings de las universidades. Un profesor de metodología de investigación le lanzó la pregunta: ¿qué lugar ocupan las universidades bolivianas en los rankings internacionales? No supe que responder, pero quedé en averiguar por estos lugares.
Acudí a los cuatro rankings que según los expertos son los más importantes. El Times HigherEducation (THE) El conocido Ranking de Shanghái (Academic Ranking of WorldUniversities el QS World University Rankings y el World Review Best Global Universities Ranking En ninguno de ellos se registra una universidad boliviana, al menos entre los primeros cinco mil lugares.
Me surgieron varias preguntas; nos olvidan, no tenemos la suficiente calidad como para ser tomados en cuenta, no enviamos los datos necesarios, no damos a conocer el trabajo que se realiza, no cumplimos con los parámetros exigidos o estos se aplican solo para unas universidades y no para otras. La lista de preguntas siguió creciendo, por lo que debía dirigir mi atención no a los rankings sino a qué se debe hacer para que nuestras universidades se aproximen a estos lugares.
En ese momento mientras seleccionaba un post para el Blog de la Cátedra UNESCO encontré un trabajo publicado en el Blog de Studia XXI titulado “Los “rankings” de nuevo…” el artículo me venía “como anillo al dedo”
Su autor José Juan Moreso además de referirse a los rankings cita cuatro claves importantes para que la universidad sea competitiva. Estas son:
- que la universidad esté situada en un contexto orientado a la investigación y se vinculen a centros de este tipo. A esto le agrego la necesidad que los profesores universitarios trabajen en estos centros y sus alumnos realicen determinadas prácticas en los mismos.
- que las políticas generales de los gobiernos, acerca de universidades e investigación sean sólidas y estables en el tiempo. En esta clave no andamos “bien”, con cada nuevo gobierno todo “cambia”.
- que la universidad disponga de un proyecto claro, estable y continuado en el tiempo. Al igual que en la clave anterior, nos caracterizamos por descontinuar lo del anterior y solo “sirve” lo nuevo.
- que la universidad sea razonablemente homogénea. Una cultura de la investigación compartida, un modelo docente compartido, un modelo de gestión aceptado. En nuestras universidades cada facultad es una universidad y cada carrera desea ser una facultad.
A las claves anteriores agregaré cuatro más.
- La producción del conocimiento, vinculado a las publicaciones en general y no solo a revistas indexadas, a los libros de texto creados por los profesores,a la participación en congresos y a todas las fuentes de divulgación del trabajo universitario.
- Los profesores de posgrado, su nivel académico, la producción real de las tesis de maestría y doctorado, su implementación en los entornos donde se realizaron y la divulgación de estos resultados.
- La efectividad real, es decir el porcentaje de estudiantes que ingresan y los que se titulan en el tiempo de su carrera, unido al promedio académico alcanzado
- La cuarta clave es la relación universidad sociedad. Cuánto aporta la universidad en el desarrollo de su región, qué opinión tiene la sociedad del trabajo de la universidad.