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Durante
décadas, el docente ha sido formado como usuario de herramientas digitales de
autor, especialmente desde la irrupción de PowerPoint en la década de 1990.
Esta herramienta, convertida casi en sinónimo de enseñanza digital, marcó una
generación entera de educadores que aprendieron a organizar contenidos en
diapositivas, insertar imágenes y efectos visuales para transmitir conocimiento
de forma secuencial.
Con la llegada de la Web 2.0, caracterizada
por la interactividad, la colaboración y la creación de contenido por parte del
usuario, emergieron plataformas como
Canva, Genially, Edmodo o ClassDojo. Estas herramientas ofrecieron entornos más
intuitivos y visuales para diseñar recursos educativos sin necesidad de
escribir una sola línea de código, lo que facilitó la incorporación de lo digital
a la clase, pero también reforzó una
dependencia de estructuras prefabricadas.
Aunque accesibles, estas plataformas
situaron al docente como consumidor activo dentro de límites establecidos por
terceros, al proponerles plantillas y formatos de diseño tipo diapositivas, es
decir, limitando su capacidad de crear soluciones realmente adaptadas a su
contexto educativo. En estas
plataformas todavía al día de hoy no hay diferenciación entre los diseños para
trabajar en el aula presencial o a distancia. Prima la selección de estas
herramientas por el diseño y no por el contenido que se puede y debe añadir.
Hoy, ante la irrupción de la
inteligencia artificial generativa y la programación en lenguaje natural, este
modelo comienza a ser insuficiente. La autonomía tecnológica del docente
pasa por comprender y modificar los lenguajes que estructuran el entorno
digital, y allí el HTML representa una puerta de entrada fundamental.
HTML (HyperText Markup Language) es el
lenguaje que se usa para crear páginas web. Funciona como el esqueleto de un
sitio: organiza textos, imágenes, botones y todo lo que ves en una página en
internet. No es un lenguaje de programación, sino de estructura, y permite
decirle al navegador qué mostrar y cómo hacerlo.
Las herramientas de Inteligencia
Artificial (IA) están aprovechando HTML de varias formas para facilitar la
creación de contenido web, especialmente para personas que no saben programar.
Por ejemplo:
·Generadores automáticos de páginas: la IA puede crear el código
HTML completo a partir de una simple descripción como “quiero una página con un
título, una imagen y un botón de contacto”.
·Asistentes de diseño: ayudan a mejorar el diseño visual del
HTML, sugiriendo colores, estructuras o las llamadas cascadas de estilos (CSS).
·Corrección de errores: revisan el código HTML y detectan
errores o mejoras que pueden hacerse automáticamente.
·Educación personalizada: enseñan HTML paso a paso con
explicaciones, ejemplos y ejercicios interactivos.
El docente
frente al HTML: de consumidor digital a creador de contenidos educativos
Comprender HTML, el lenguaje base de la
web, permite al educador transformar su rol: de espectador a creador activo de
experiencias interactivas. Con solo unas líneas de código, es posible diseñar
formularios, personalizar actividades en Moodle o estructurar un blog
educativo. Aprender HTML no requiere ser programador, sino desarrollar una
mirada estructurada y creativa que abra nuevas formas de enseñar, comunicar y
conectar con los estudiantes.
Esto permite tener el control sobre la
estructura de un blog, una página web, un formulario interactivo o una
actividad en Moodle ayuda a entender cómo funciona el código fuente, nos
permite dialogar con las herramientas de inteligencia artificial desde una
posición crítica y creativa: no solo pidiendo que generen contenido, sino
sabiendo adaptarlo, corregirlo y mejorarlo.
En un mundo donde el código es el nuevo
lenguaje de alfabetización, HTML se convierte en el abecedario que todo
educador debería conocer para no quedar al margen de las transformaciones
digitales que están redefiniendo el acto educativo. La autonomía tecnológica
del docente pasa por comprender y modificar los lenguajes que estructuran el
entorno digital, y allí el HTML representa una puerta de entrada fundamental.
No se trata solo de adquirir una
habilidad técnica, sino de desarrollar una nueva forma de pensamiento que
permita al educador intervenir de manera consciente en los espacios virtuales
donde hoy se construye el aprendizaje. Dominar HTML, aunque sea en un nivel
básico, significa crear, personalizar y adaptar recursos sin depender de
plantillas cerradas o plataformas externas.
Esta
comprensión también es clave al interactuar con herramientas de inteligencia
artificial: no basta con pedirle a GPT o Gemini que generen código o contenido,
es necesario saber leer lo que producen, identificar errores, ajustar detalles
y tomar decisiones fundamentadas sobre su uso. En este sentido, conocer el
código fuente brinda al educador una mirada crítica y creativa, que va más allá
del consumo pasivo y lo posiciona como protagonista activo en la construcción
de entornos de aprendizaje digitales.
La alfabetización digital del siglo XXI no se trata
solo de saber usar aplicaciones, sino de comprender cómo funcionan. Aprender
HTML es dar un paso hacia la soberanía tecnológica docente. En la era del
lenguaje natural como código, quien sabe leer código tiene el poder de
transformar la educación desde adentro, sin intermediarios. Este no es un
llamado al tecnólogo, sino al educador del futuro.
Como muestra puede probar este evaluador de competencias digitales del docente que toma como base los lineamientos de la UNESCO sobre el trabajo con la IA.
Competencias UNESCO para el Empleo de la IA
Resumen de Competencias
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