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domingo, 7 de septiembre de 2025

El ring no es para el docente ni para la IA

En colaboración con Mercedes Leticia Sánchez Ambriz

Estás apurado, entonces escucha el pódcast (2 min)


En lugar de subirse al ring a pelear contra la tecnología, el profesor del siglo XXI puede abrazarla como aliada estratégica. La historia ha demostrado una y otra vez que la impronta de un buen maestro persiste e incluso se fortalece cuando surgen nuevas herramientas que parecían destinadas a sustituirlo, recuerden cuando nace la radio educativa en el siglo pasado, después la televisión y más tarde hasta los satélites iban a enseñar a todos (Selwyn, 2022). Pero en 1947, por ejemplo, aparecía este anuncio en la revista norteamericana (Selecciones 1947): "En muchas escuelas la educación se hace más fácil y es más eficaz con el empleo de un maravilloso "profesor" la película cinematográfica Du Pont: Este "profesor" moderno lo creó la química".

Hoy la situación se repite con la inteligencia artificial: diversos estudios señalan que la IA no viene a “barrer” con la figura del maestro, sino a magnificar aquellos rasgos humanos que hacen invaluable la labor educativa (UNESCO, 2023). En otras palabras, la cuestión no es quién vence a quién, sino cómo unir fuerzas en favor del aprendizaje.

El rol insustituible del docente

La función estratégica del docente es irreemplazable: determinar qué debe aprender el estudiante según su perfil, contexto y necesidades. Solo el educador, con su experiencia y juicio pedagógico, puede diagnosticar las aspiraciones de sus alumnos y trazar un plan formativo significativo para ellos. Los profesores aportan un conjunto de habilidades humanas únicas que ninguna inteligencia artificial puede emular plenamente:
  • Empatía y apoyo emocional: Los docentes comprenden las emociones y motivaciones de sus alumnos, adaptando su enseñanza para atender sus necesidades afectivas. La IA, por muy sofisticada que sea, carece de empatía y no puede responder a las sutilezas emocionales del estudiante (Luckin, 2018).
  • Conocimiento contextual profundo: Un profesor conoce el entorno social y cultural de sus alumnos. Gracias a esa comprensión del contexto, diseña experiencias de aprendizaje relevantes y significativas, una riqueza de conocimiento situacional que la IA no alcanza a igualar (Williamson & Eynon, 2020).
  • Estímulo de la creatividad y el pensamiento crítico: Los buenos docentes plantean preguntas desafiantes, fomentan debates y motivan a sus alumnos a pensar por sí mismos. La inteligencia artificial, en cambio, opera con patrones y datos preestablecidos, sin la capacidad de inspirar genuinamente la creatividad o el juicio crítico de un estudiante (Zawacki-Richter et al., 2019).
·         En suma, el profesor dejó de ser un simple transmisor de contenidos, y se transformó en un arquitecto de experiencias de aprendizaje y un mentor que guía el desarrollo integral del alumno (Holmes et al., 2021). Su discernimiento profesional le permite decidir qué conocimientos, habilidades y valores son pertinentes para cada estudiante. Incluso en entornos donde se utilizan sistemas de personalización automatizada, siempre es el educador quien define los parámetros pedagógicos y orienta a la IA: qué contenidos considerar, qué nivel de dificultad es apropiado, qué objetivos se persiguen con cada alumno. La IA podrá ayudar a ajustar el cómo se enseña, pero la definición del qué y el para qué seguirá requiriendo la visión humana del docente.
·         Vale la pena recordar, además, que el rol docente está lejos de volverse obsoleto; más bien se transforma y evoluciona con cada avance tecnológico. Como señala el investigador Neil Selwyn, “cada gran revolución tecnológica ha conducido a una renovación del oficio [...] el papel del formador ha demostrado que es capaz de transfigurarse sin desvanecerse”. El maestro del presente y del futuro será aquel que se adapte, aprenda continuamente y se enfoque en lo que nos hace humanos, delegando en la tecnología lo automatizable y abrazando él mismo las tareas insustituibles.
Hacia una alianza efectiva con la IA
Si aceptamos que no se trata de subirse a un ring contra la IA, sino de subirse al mismo barco, el siguiente paso es pasar a la acción colaborativa y reflexiva. La tecnología por sí sola no mejora la educación; son los educadores, con su visión y liderazgo, quienes pueden lograr que la IA sume y no reste. ¿Qué podemos hacer los docentes para forjar esta alianza estratégica hombre-máquina en nuestras aulas? Algunas líneas de acción incluyen:
·         Formación continua en IA: Mantenernos al día y adquirir competencias digitales relacionadas con la inteligencia artificial es clave. Los educadores debemos capacitarnos en el uso eficaz (y límites) de estas tecnologías para poder aprovecharlas al máximo en el aula. Iniciativas recientes, como marcos de competencias en IA impulsados por organismos internacionales, subrayan la importancia de la preparación docente en este ámbito.
·         Colaboración e intercambio profesional: Unir fuerzas con colegas y expertos en tecnología nos permitirá aprender juntos y diseñar mejores soluciones. Es crucial fomentar el diálogo entre educadores y desarrolladores de IA para crear herramientas verdaderamente adecuadas y eficaces en el contexto educativo. Asimismo, compartir experiencias en comunidad –qué funciona, qué no, qué dilemas surgen– nos ayuda a reflexionar y mejorar la práctica de forma colectiva.
·         Uso ético y centrado en el estudiante: Incorporar la IA de manera responsable, siempre poniendo por delante los valores humanos y pedagógicos. Esto implica asegurarse de que estas herramientas se utilicen con equidad, respeto a la privacidad y transparencia. También supone enseñar a nuestros alumnos a usar la IA de forma crítica y ética, desarrollando su pensamiento crítico sobre la tecnología. El docente sigue siendo el guardián de los principios en el aula digital: modela con el ejemplo un uso consciente y moral de las nuevas herramientas.
En definitiva, la tecnología inteligente no viene a reemplazarnos, sino a potenciarnos. Nos ofrece nuevos medios para personalizar la enseñanza, pero requiere de nuestra guía para saber con qué fin y en qué dirección utilizarlos. Los docentes estamos llamados a dar un paso al frente, no para combatir a la IA, sino para abrazarla con discernimiento. Se trata de innovar sin renunciar a nuestra esencia, de apoyarnos en la máquina sin perder de vista el lado humano.
Levantemos entonces la mirada más allá de falsos combates: el aula no es un ring de boxeo, sino un espacio de encuentro y co-creación. En esa arena colaborativa, el docente marca la estrategia educativa y la inteligencia artificial aporta sus mejores técnicas.
Un ejemplo concreto es el uso de plataformas como NotebookLM.ai, que permiten analizar los textos previamente seleccionados por el profesor, considerando el tema, los objetivos de aprendizaje y el perfil del estudiante. A partir de esa base, el sistema genera propuestas didácticas que pueden materializarse en resúmenes, guías de lectura o esquemas interactivos. En el blog comentamos el empleo de este recurso como libro de texto. De manera similar, las herramientas de creación de podcast apoyadas en IA ofrecen opciones para transformar los contenidos en recursos auditivos, adaptados al nivel de comprensión y a la intencionalidad pedagógica que trace el docente, como se muestra en la siguiente imagen:

Así, la IA no sustituye el juicio profesional del maestro, sino que amplifica sus posibilidades: organiza, sintetiza y presenta los materiales de acuerdo con el propósito que el profesor determine, incluso alineándolos con diferentes niveles de las taxonomías de Bloom. Investigaciones recientes destacan precisamente que la IA puede ser un apoyo valioso para diseñar experiencias de aprendizaje que transiten desde la comprensión básica hasta la creación innovadora, siempre que exista una mediación docente crítica y reflexiva (Zawacki-Richter et al., 2019; UNESCO, 2023).
Trabajando en equipo, podemos lograr una educación más personalizada, inclusiva y eficaz, donde cada estudiante alcance su máximo potencial sin que nadie quede atrás. Al final del día, la victoria no será de la IA ni del profesor en solitario, sino de una comunidad educativa que aprende a integrar lo mejor de la tecnología con lo mejor de la pedagogía, manteniendo siempre al ser humano en el centro del aprendizaje.
Conclusiones
En definitiva, el futuro de la educación no se juega en un ring donde docentes e inteligencia artificial midan fuerzas. Se construye en un espacio compartido donde ambos aprenden a coexistir y complementarse. La función del maestro, lejos de debilitarse, se engrandece al recuperar su papel estratégico: definir qué aprender y para qué, guiando con sensibilidad humana los procesos que ninguna máquina puede imitar. La IA, por su parte, encuentra su verdadero sentido como colaborador técnico, un apoyo que permite diversificar las formas de enseñar, personalizar los itinerarios y liberar tiempo para aquello que constituye la esencia de la docencia: el acompañamiento humano, la inspiración creativa y el desarrollo del pensamiento crítico.
Aceptar esta alianza no significa renunciar a la vigilancia crítica ni a la ética; al contrario, implica asumir la responsabilidad de que la tecnología se use con sentido pedagógico, equidad y respeto. El aula del siglo XXI no será un cuadrilátero, sino un laboratorio de co-creación donde la pedagogía y la IA se potencien mutuamente. Solo así la victoria será compartida: una educación más inclusiva, personalizada y profundamente humana, donde la tecnología se ponga al servicio de la formación y no al revés.

Referencias:

Holmes, W., Bialik, M., & Fadel, C. (2021). Artificial Intelligence in Education: Promises and Implications for Teaching and Learning. Center for Curriculum Redesign.

Luckin, R. (2018). Machine learning and human intelligence: The future of education for the 21st century. UCL IOE Press.

Selecciones del Reader's Digest ". Tomo XIV jul-dic. 1947. EUA. Pág. 171.

Selwyn, N. (2022). Education and Technology: Key Issues and Debates (3rd ed.). Bloomsbury Academic.

UNESCO. (2023). Guidance for generative AI in education and research. París: UNESCO.

Williamson, B., & Eynon, R. (2020). Education technology and datafication: A critical perspective. Learning, Media and Technology, 45(1), 1–6.

Zawacki-Richter, O., Marín, V. I., Bond, M., & Gouverneur, F. (2019). Systematic review of research on artificial intelligence applications in higher education – where are the educators? International Journal of Educational Technology in Higher Education, 16(1), 39. https://doi.org/10.1186/s41239-019-0171-0


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