Acabo de
leer unas interesantes declaraciones de Nicholas Negroponte fundador del
proyecto "Una laptop por niño" ( One Laptop Per Child) donde relata la
experiencia que su organización llevó a cabo con un grupo de niños analfabetos en
Etiopía.
Negroponte explica la experiencia en la conferencia del MIT Fuente http://mashable.com |
En su experimento entregaron tabletas en cajas
cerradas a un grupo de 20 niños en dos aldeas distantes entre sí. Según comentan
al inicio del experimento los niños jugaban con las cajas hasta que uno la abrió
y logró encender la tableta.
En ese
mismo experimento Negroponte narra lo
siguiente: “Within five days, they were using 47 apps per child, per day.
Within two weeks, they were singing ABC songs in the village, and within five
months, they had hacked Android.”
El hackeo de Android al que se refiere es que lograron encontrar la
cámara, que por descuido uno de los empleados de OLPC había deshabilitado. El resto del artículo se puede leer en este
enlace.
Las conclusiones a las que llega Negroponte
durante su conferencia en el MIT celebrada en esta semana es que si los niños
aprendieron a leer, entonces pueden aprender para seguir leyendo. En otras
palabras los niños demostraron que pueden aprender a leer, pero al costo de lo que está en esa tableta.
No dudo de la efectividad del proyecto, ni de
las buenas intenciones de Negroponte y todo su equipo, tampoco de la
posibilidades que tiene el entregar tabletas o computadoras a los niños para
mejorar su aprendizaje.
Sin embargo la euforia de estos experimentos
quedan por lo general solo en el inicio. El propio Negroponte en una entrevista
posterior señaló que si se financia el
proyecto por lo menos por un año o un año y medio se pueden lograr resultados
que la comunidad científica no dudaría en reconocer.
Después de leer el trabajo me quedan numerosas
dudas. Qué pasará cuando esas tabletas, que se alimentan con paneles solares
dejen de funcionar. La humedad, los cambios de temperatura, el polvo y otros
elementos que en el campo son constantes, se convierten en enemigos de estos dispositivos.
Qué sucederá cuando los niños pierdan el
interés por el “juguete” como sucede desde siempre. Les entregarán otros más sofisticados,
trabajarán más personas en la creación de estos nuevos equipos y así con el
analfabetismo de unos pagaran los gastos de los ingenieros del primer mundo.
Dónde quedan las emociones,los valores, los intereses grupales y los sentimientos. Es qué la tableta nos enseñará eso y mucho más.
Me parece realmente una utopía, un gasto de
dinero y hasta una burla a esos niños. Si calculamos el costo de las tabletas,
los salarios de los que la programaron, el embalaje, el envío, los salarios de
los que pasaban por las aldeas a descargar la información del manejo de las
tabletas, los pasajes de avión, el hospedaje y las dietas, de seguro el precio es bien elevado.
Supongo que con esos “gastos” se podía
construir una escuela sencilla, sin necesidad de cajas y tabletas y pagar a un
maestro por varios años.
El analfabetismo no se resuelve con tabletas
ni computadoras, sino con la voluntad del ser humano, ese maestro que es y será siendo
insustituible.
Sin duda que cuando nos olvidamos del sentido de la verdadera responsabilidad social y aprovechamos de las oportunidades para beneficiarnos personalmente de las circunstancias como la que nos describe el Dr. Bravo, caemos en la triste desesperación de ser los genios cambiando el mundo cuando lo único que se consigue es un leve maquillado de la realidad actual...
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ResponderEliminarEs Impresionante lo que puede hacer la tecnología,con los avances cada vez más sofisticados,pero esos materiales son solo medios e instrumentos,que no llegaran a sustituir al docente, porque son múltiples factores que como humano no se pueden sustituir;como la relación persona a persona y esa esencia que solo siendo humanos podemos tenerla que una maquina no transmite.
ResponderEliminarExacto Doctor, la transmisión de valores del ser humano que muchas veces se le encarga al maestro es insustituible, una computadora no es capaz de inculcar el respeto o enseñar la educación del saludo etc.
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