Recientemente a los profesores de nuestra Carrera de Educación se nos indicó realizar la "Autoevaluación docente” de nuestro trabajo, a través de un instrumento digital ubicado en el sitio Web de la Universidad.
Es un formulario que se le obliga a responder
a los profesores después de un período de tiempo, que no corresponde
necesariamente al del curso escolar. En otras palabras es una evaluación
individual no sistemática cuyo propósito como demuestro más adelante es más
burocrático que docente.
La evaluación siempre es el Talón de Aquiles de todos los
procesos formativos, tanto si es por objetivos o por las competencias que están
de moda. En este último caso por lo general los profesores vuelven a evaluar en
base a lo que “aprendió” el estudiante y no en virtud de las competencias
alcanzadas. En otras palabras una cosa es la teoría y otra la realidad, en
especial cuando se debe trabajar con 100 estudiantes en un grupo de primer año de una
carrera universitaria. La inmadurez de los estudiantes, sumada a una base con
muchos huecos en su formación, obliga a dejar de lado las modernas
competencias.
Evaluar es un proceso complejo y lleno de elementos
subjetivos y más si se refiere a la evaluación de actividades tan variadas como
la de enseñar y aprender. La evaluación, requiere de indicadores que permitan
medir o comparar sus resultados y en definitiva que sean útiles para la
evaluación. No son estáticos, tampoco generales, no se puede evaluar de la
misma manera al profesor que imparte una asignatura teórica en primer semestre,
que al que imparte una materia práctica en octavo semestre. Para ser objetivo
es preferible contar con diferentes instrumentos, que con uno solo. Cuando se pretende evaluar a todos mediante un único instrumento, ya no se evalúa, se responde a la burocracia.
La planilla de evaluación a la que hago referencia se divide
en seis grandes indicadores, que van desde la imprecisión hasta el absurdo de
la desactualización.
El primer grupo de estos se refiere a la planificación del
curso. En la imagen se pueden apreciar todos los indicadores que son evaluados.
Considero que no es necesario el análisis detallado de cada
una de las preguntas. Pero cabe preguntarse, sí en la Universidad la mayoría de
los programas de estudio se elaboran por competencias, cuál es la razón de la
pregunta seis. Es probable que más de la mitad de nuestros docentes respondan
por la simple acción de responder.
A lo anterior se suma la existencia de materias que
no tienen examen final o periódicos, como es el caso de las asignaturas finales
de grado. La pregunta cuatro es una contradicción total, se refiere a la nota
final y a la calificación de la asignatura a lo largo del semestre. Entonces
cómo puedo responder esa pregunta. Se cae en el error de evaluar a todos con
los mismos indicadores.
Pero si en el primer grupo de indicadores reina la contradicción, esperemos revisar el segundo grupo, que indaga por el desarrollo del
programa, pero solo en dos ítems que son insuficientes, en especial la pregunta
8. En esta pregunta cabe la posibilidad que no se realizó este tipo de reunión
o se convocó en algún momento que chocaba con clases. No existe un espacio
donde se pueda responder esta inquietud.
Llegando al tercer grupo alcanzamos a pensar que la auto evaluación es para seres de otro planeta y menos de una universidad.
La pregunta nueve parece sacada de un cuento de ciencia
ficción: cabe la posibilidad de realizar un examen de temas no tratados en
clases? Todos los profesores de la Universidad alguna vez hicieron un Diplomado
en Educación superior, donde uno de los módulos tiene que ver con la
evaluación. Pero si aún así un profesor se le ocurre preguntar de otro tema diferente a su
asignatura, los estudiantes de inmediato protestarían por tan absurdo proceder.
En definitiva ellos protestan por baños sucios o la falta de ómnibus, nada raro
que también lo hagan por esta razón.
La pregunta diez vuelve nuevamente al tema de la
generalización, los que no toman exámenes prácticos, qué deben responder.
La pregunta once está sacada de un viejo y obsoleto manual
de evaluación. ¿Por qué, el examen final tiene que evaluar todo el contenido?
En otras palabras, teoría y práctica van lejos en esta y otras de las
preguntas.
Las preguntas 14 y 15 son el colmo del absurdo, no por lo que
preguntan, sino por la frase (si corresponde). En nuestro idioma (si no estoy
equivocado) significa que puede no responder, ya que no corresponde. Pero nos
llevamos la sorpresa que si no la responde no puede cerrar la autoevalaución!!!.
Esto no tiene otro objetivo que el de seguir respondiendo “por responder” a las
demás preguntas.
Las preguntas 16, 17 y 18 no las voy a comentar, pues ellas
por sí solas demuestran que el pensamiento de este instrumento está en un
profundo enfoque conductista, lejos de los enfoques que la Universidad asume. Pero
el mayor absurdo, si es que cabe esta palabra que no existe el ítem Ninguna, es
decir sí no lo hago, debo obligatoriamente mentir y responder “pocas veces”
El cuarto grupo de indicadores si es de aquellos como dice
la frase popular “apaga y vámonos”. Si antes parecía estar leyendo una novela de ciencia ficción, ahora no queda la menor duda que sí la estamos leyendo.
La pregunta 20 se lleva la medalla de lo absurdo.
¿Transparencias?, en qué Universidad se ubican los creadores de esta encuesta.
Una Universidad que ha empleado cientos de miles de dólares en dotar de medios
modernos, como pizarras digitales interactivas y que le entregó a cada profesor
una portátil de última generación. Como profesor de medios de enseñanza hace
años que no uso, tampoco veo un proyector de transparencias.
Igual sucede con
el ítem multimedia, qué significa. Es el equipo o el sistema de medios.
Al igual que en la sección anterior el absurdo de no añadir un
ítem que señale “no lo uso” por lo que todos tenemos que usarlos, aunque sea
muy poco. En otras palabras mientes, ya que si no lo haces no puedes cerrar la
autoevaluación.
Cuando llegué a la pregunta 20 decidí que las siguientes evaluaciones
(una por cada grupo) la realizaría rompiendo el récord de velocidad, en todos
marcaría el primer ítem. Comprendí que en mis años dictando Didáctica y los
temas relacionados con la evaluación, estuve omitiendo tal vez la más
importante de todas las funciones de esta categoría: la función burocrática.
Cuando la evaluación está vacía, con instrumentos fuera del
momento y lugar que se desea evaluar, no cabe otra solución que entrar el juego
de la burocracia: responde y deja lo demás pasar.
Espero que los que elaboran este instrumento antiquísimo,
absurdo y general, lo revisen críticamente, se den cuenta que mide poco o nada
y bajen desde el Olimpo a las facultades y carreras para comprender cómo se
puede evaluar al profesor. Pero esperen me quedan por referirme a la evaluación de los estudiantes y de los directores de carrera, por lo que la novela continuará.
Buenos días. Más allá de la obsolescencia de los instrumentos,la discontinuidad lógica del manejo de los tiempos,y las preguntas desatinadas y descontextualizadas, Lo peor radica en que se valora esta absurda herramienta y los estudiantes relativizan y subjetivizan el proceso , anteponiendo emociones.
ResponderEliminarLas autoridades deberían detener este tipo de evaluaciones que no llevan a nada bueno.