Con la colaboración de Mercedes Leticia Sánchez Ambriz
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Desde la pandemia del COVID 19, la gran mayoría de los docentes se
vieron inmersos en medio de
plataformas que generan rúbricas automáticas, asistentes que redactan objetivos
didácticos, bots que simulan tutorías y sistemas que recomiendan recursos con
base en datos predictivos. Cuando estábamos volviendo al aula presencial y de
nuevo “acomodarnos” a la realidad anterior, irrumpió la IA, encabezada por
ChatGPT y todos aquellos recursos que aparecieron como de la nada.
Los docentes nos vimos obligados a dejar de elegir, estamos en la IA,
porque ella está más de lo que suponemos con nuestros estudiantes. Hoy la
profesión docente enfrenta una disyuntiva fundamental: adaptarse sin reflexión o reconstruirse críticamente.
La presencia de la IA en la educación no solo transforma tareas
operativas, sino que desafía la propia
identidad del educador, sus funciones, sus decisiones y sus principios. ¿Qué
significa ser formador cuando los algoritmos también enseñan? ¿Cómo sostener el
criterio pedagógico cuando la inmediatez del prompt ofrece respuestas
instantáneas? ¡Qué posición debemos adoptar cuando sabemos que la respuesta del
estudiante está condicionada por el empleo de ChatGPT o sus similares?
En este contexto, se vuelve urgente cultivar una postura AIcrítica,
que no se limite a usar herramientas, sino que interrogue sus propósitos,
cuestione sus límites, y actúe desde una ética profesional, informada y
reflexiva. La AIcrítica no es un rechazo a la tecnología, sino una forma
de reconstruir la autonomía docente en
diálogo con los sistemas inteligentes que lo rodean.
Así que es momento de reflexionar sobre qué tipo de docente queremos ser
en la era de la IA, identificando los riesgos de una práctica automatizada,
reconociendo los desafíos éticos y pedagógicos del presente, y delineando el
perfil del educador que no solo usa
IA, sino que piensa con y contra ella.
Actualmente, el término AIcrítica (AI crítica o AI-critical
perspective) no está formalmente establecido como un concepto ampliamente
teorizado en la literatura académica, pero sí está emergiendo como una corriente conceptual dentro de los estudios
críticos de tecnología educativa, ética algorítmica y alfabetización digital
crítica.
Aunque no
existe una definición única,
podemos construir una fundamentada en
corrientes afines, como la AI literacy crítica, la educación
crítica digital, y los estudios de ciencia, tecnología y sociedad (CTS).
La AIcrítica es una postura educativa
que promueve la comprensión profunda, ética y política del funcionamiento de
los sistemas de inteligencia artificial, reconociendo sus impactos en la vida
social, cognitiva y escolar, y fomentando una relación activa, reflexiva y
transformadora con estas tecnologías.
Esta perspectiva busca que docentes y estudiantes no solo adquieran habilidades para utilizar herramientas de IA, sino que desarrollen criterios para cuestionarlas, contextualizarlas y resignificarlas, con base en valores de justicia, inclusión, autonomía y pensamiento crítico. Con respecto a esto, Paulo Freire y Henry Giroux propusieron no solo acceder a las tecnologías, sino desnaturalizar sus discursos, relaciones de poder y efectos ideológicos en el contexto educativo. En la misma línea, Mark Warschauer y Teemu Leinonen plantearon que la alfabetización en IA debe ir más allá del dominio técnico y considerar el impacto social, la transparencia algorítmica, los sesgos estructurales y la necesidad de desarrollar agencia crítica frente a los sistemas inteligentes.
En medio del entusiasmo por la IA, es importante recordar que el mejor algoritmo solo será tan bueno como la mentalidad humana que lo diseña, entrena e implementa, y reflejará los datos con los que fue entrenado. Si nos acostumbramos a emplear la IA para preguntas que pueden ser respondidas en un navegador, estaremos replicando los mismos errores que venimos cometiendo al copiar y pegar información.
Elementos clave de una postura AIcrítica en educación
Adoptar
una postura AIcrítica
en el ámbito educativo implica asumir una relación activa, informada y ética
frente al uso de la inteligencia artificial. No se trata únicamente de utilizar
herramientas tecnológicas, sino de interrogar sus fundamentos, intenciones y
consecuencias, que a continuación se mencionan:
1.
Alfabetización algorítmica
La
AIcrítica comienza por entender cómo
funcionan los sistemas de IA: sus entradas, sus procesos de
entrenamiento, los datos que consumen, los sesgos que arrastran y sus modos de
toma de decisiones. El docente AIcrítico no necesita ser programador, pero sí
debe ser capaz de:
Identificar cuándo una herramienta usa
algoritmos predictivos o generativos.
Explicar los fundamentos básicos del
aprendizaje automático (machine learning).
Reconocer que los algoritmos no son neutrales:
reflejan valores, ideologías y estructuras de poder.
2. Ética pedagógica aplicada a la IA
Una
postura AIcrítica requiere incorporar la reflexión ética al diseño didáctico, cuestionando
no solo lo que la IA puede hacer, sino lo
que debe o no debe hacer en función del bienestar educativo.
Esto incluye:
· Evaluar el uso de datos
personales de estudiantes en plataformas con IA.
· Cuestionar la automatización
de la evaluación como práctica deshumanizante.
· Diseñar experiencias
educativas que respeten la autonomía del estudiante y promuevan el pensamiento
crítico, no la dependencia tecnológica.
3.
Análisis de impactos sociales, culturales y cognitivos
Desde la AIcrítica se propone
analizar cómo la IA
reconfigura la escuela, el conocimiento y la subjetividad. El docente debe preguntarse:
·
¿Qué efectos tiene el uso de
IA en las formas de aprender y enseñar?
·
¿Qué voces se silencian cuando
una plataforma educativa automatiza procesos?
·
¿Qué modelos de ciudadanía,
trabajo o inteligencia se están promoviendo?
·
¿Cómo incluimos a todos los
componentes personales de la actividad pedagógica sin discriminar a unos u
otros?
4.
Autonomía y criterio docente
La
AIcrítica reafirma que el docente no es un operador técnico, sino un
profesional que toma decisiones fundamentadas. Frente a sistemas que
"sugieren", "corrigen" o "planifican", el
educador debe:
·
Evaluar críticamente las
propuestas generadas por IA.
·
Decidir cuándo y cómo
intervenir o ajustar esos insumos.
·
Diseñar con intencionalidad
pedagógica y no solo por eficiencia técnica.
5.
Formación de estudiantes críticos frente a la IA
Finalmente, el docente
AIcrítico asume que su rol es también formar estudiantes capaces de relacionarse críticamente con la IA, no solo de consumirla. Esto implica:
·
Enseñar a identificar sesgos,
manipulación o desinformación generada por IA.
·
Promover la construcción de
preguntas frente a las respuestas automáticas.
·
Fomentar la creatividad humana
como valor que trasciende la lógica algorítmica.
En resumen la AIcrítica involucra:
Asumir
una postura AIcrítica no es
resistirse a la tecnología, sino resistirse
a su uso acrítico, automático y deshumanizante. Es comprender que en la
educación no todo lo que puede automatizarse debe automatizarse. Es defender
que el valor del docente no radica en su capacidad de repetir, sino en su poder
para interpretar, orientar y humanizar
el aprendizaje en un mundo atravesado por algoritmos.
En este
contexto, la pregunta que da título a este artículo no busca una respuesta
cerrada, sino una toma de posición
profesional y ética:
¿Qué
docente quiero ser en la era de la IA?
No
el que obedece sin cuestionar, ni el que rechaza sin conocer. No el que se
limita a usar herramientas como usuario final, sino el que las analiza, las
adapta, las resignifica.
Es
importante reflexionar: ¿Quiero ser el docente qué?
·
Comprende cómo funcionan los algoritmos y los
cuestiona.
·
No sustituye su juicio por el de una máquina.
·
Diseña experiencias significativas con
intención pedagógica.
·
Enseña a sus
estudiantes a ser críticos, autónomos y creativos en su relación con la IA.
·
Entiende los procesos de empleo de la IA que
pueden generar Aitoxicación.
La respuesta la debe buscar cada docente
cuando mire a sus estudiantes que exigen de una alfabetización digital, alumnos
multicanales inmersos en la tecnología y entre a la Web para conocer y
descubrir todo lo que hoy ofrece.
La IA tiene un inmenso potencial para
mejorar tanto la calidad (contenido e impartición) como la cantidad (acceso) de
la educación para todos. Para aprovechar esta oportunidad, es necesario superar
varios problemas estructurales, como la pertinencia cultural y el sesgo de
datos, entre otros. Abordar estos desafíos comienza con una inversión
específica en las capacidades locales y la recopilación de datos a nivel local,
así como con el entrenamiento de modelos lingüísticos de gran escala, prestando
especial atención a los sesgos.
Porque la inteligencia artificial no
define la educación: lo
hace la inteligencia pedagógica de quienes la acompañan, interpretan y deciden
cómo ponerla al servicio del aprendizaje humano.
Referencias
Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.
Giroux,
H. A. (2011). On critical pedagogy. Bloomsbury Academic.
Leinonen,
T. (2020). Critical AI
literacy for educators and students. [Artículo de blog / documento
de trabajo]. Aalto University. https://doi.org/10.5281/zenodo.4567891
Warschauer,
M., & Matuchniak, T. (2010). New technology and digital worlds: Analyzing
evidence of equity in access, use, and outcomes. Review of Research in
Education, 34(1), 179–225. https://doi.org/10.3102/0091732X09349791
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