Recientemente se celebró el Día Mundial contra la piratería. El mayor énfasis en la divulgación de la fecha se dirigió a los medios digitales, que son los más vulnerables y menos costosos de piratear.
El tema es polémico, tiene muchas preguntas y respuestas. En numerosos países de América Latina es más fácil y barato comprar libremente la película pirateada que su copia original. Sabemos que es ilegal, pero todos pasamos la responsabilidad a otro y nos libramos de un “mea culpa”.
Piratear este tipo de medio se vuelve en algo cotidiano y hasta legal, en especial por las enormes diferencias de precio. Es preferible pagar menos de dos dólares por la última versión de un soft, o la película de estreno, que abonar su precio original, sabiendo sobre todo que este va a manos de enormes fortunas.
Por el contrario, esta acción se torna más deplorable cuando se piratea toda una tesis y solo se cambia el nombre del autor y la institución. Fui jurado de algunas de esas fraude-tesis y nunca pasaron de la primera revisión. Todos esos piratas siempre me miraron como un enemigo, acción que hasta hoy siguen haciendo y en realidad, no me importa. Algunos llegaron a tratar de acusarme ante los tribunales, sin éxito alguno.
Otra tendencia ampliamente difundida es la de copiar indiscriminadamente fragmentos de películas y videos, sin siquiera citar su origen. Es más vergonzoso adueñarse de algo que no hizo, que emplearlo citando su fuente.
En los canales de televisión locales, vemos una decoración permanente de las esquinas de la pantalla. Este decorado donde se sobre imponen logos de unos y otros tal vez haga más atractivo la visión del video.
El tema me hace recordar lo sucedido hace algunos años atrás cuando fui invitado a formar parte de un jurado evaluador de cortometrajes elaborados en video.
En una de las sesiones de trabajo del jurado se presentó un material de corte ecológico sobre el extremo más oriental de Cuba. Las primeras imágenes me parecieron conocidas, pero cuando se ven muchos materiales en un mismo día uno tiende a confundir imágenes y suponer que las vio en otro documental.
Sin embargo a medida que se sucedía una imagen tras otra aquella primera parte del documental me empezó ser muy familiar. Al cabo del minuto me percaté que lo que estaba viendo era una secuencia de un documental que dirigí hacía unos cinco años atrás.
El realizador de este nuevo material no pudo ir al lugar donde nosotros con mucho trabajo llegamos, se limitó a tomar toda una secuencia de este programa para utilizarla con otro objetivo, sustituyendo además toda la banda sonora.
No estamos en presencia de una obra propia, sino de una obra pirateada, que en muchos países es castigado por las leyes, mientras que en otros ni es posible denunciarlo.
Este caso terminó con una molestia generalizada de todos los jurados y una llamada de atención al videasta, que lo menos que pudo hacer era citar en los créditos que se tomaron imágenes de otro documental, lo que en mi opinión era lo acertado.
La molestia viene no por lo legal, sino por lo inmoral de acostumbrarnos a copiar sin citar de dónde lo obtuvimos.
Cuál es su opinión.
Considero que en algunos países sobre todo en América Latina el piratear se nos ha hecho costumbre y ya no lo vemos como nada malo, es necesario cambiar este pensamiento y empezar a referir el material que utilizamos, pues es el esfuerzo y trabajo de otras personas, no el nuestro.
ResponderEliminarAtt. Cyntia Ramos
Pienso que la pirateria es un cuento de nunca acabar, todos compramos algo pirateado ya sea por cuestion de costo o por disponibilidad, y como bien dice por el costo muchas veces abrupto del orginal. La propiedad intelectual queda de lado y las leyes muchas veces no les amparan o simplemente estan unicamente escritas.
ResponderEliminarCitar la fuente, es muy importante, un ejemplo claro es la información en internet muchas veces publicada hasta con faltas de ortografia el mismo texto, sin que claro, se documente la fuente; esto nos deja a quienes buscamos con la incentidumbre de saber del verdadero autor.
Exactamente, el copiar y no mencionar la fuente es algo muy "berreado". Como comente en algún otro artículo, no solamente son los estudiantes, o solo música, tambien "famosos" escritores. Lo que hacen súper bien es parafrasear las ideas y se las otorgan como creación de ellos.
ResponderEliminarY si, sólo basta con citar la fuente.
Lo que pasa es que muchas personas tienen el deseo de ser reconocidas, aplaudidas, pero sin haber hecho ningún esfuerzo o un mínimo esfuerzo.
Por eso en los salones de clase es preciso exigir a los estudiantes que citen la fuente, para que se vayan acostumbrando a la idea de que aquello, es lo correcto de hacer. Honrar al autor@ de X o Y idea, etc.
Magaly
Estoy de acuerdo, con todo lo que mencionas en tu artículo, considero que en América Latina es un mal enraizado, lamentablemente al ser economías, donde el 80 % de la población somos clase media, media baja y en su mayoría pobres, el acceso a una película original es muy limitado por su costo, entonces al decir esto, se trata de políticas de comercialización, si tendrías películas o audio videos más económicos y donde la resolución del video es original, todos estaríamos dispuestos a comprar, Aquí en el Ecuador las películas originales de autores ecuatorianos se comercializan a través de campañas de los mismos AUTORES, con ayuda de la prensa escrita local o cualquier medio de comunicación a un precio muy accesible.
ResponderEliminarAdemás, complementando la reflexión sobre tu artículo, puedo decir que está muy mal que se utilice documentos, videos o cualquier tipo de material, argumentando que es de su propia autoría, sin haberlo hecho. Este tipo de actitud debería sancionarse siempre.
No tenemos que inventar el agua tibia, existe mucho material que podemos reutilizar especialmente en el campo educativo.
ResponderEliminarSin embargo esta reutilización no puede hacerse sin reconocer el esfuerzo que un tercero realizó para lograr ese producto que muchos podemos utilizar para nuestro beneficio sin el más mínimo pudor.
Es evidente que lo mínimo que podemos hacer es el reconocimiento de quien realizó este trabajo y mencionarlo éticamente como fuente de consulta e información.
Darío Anchaluisa
En algún artículo leí alguna vez "copiar no es malo, lo malo es no citar la fuente", comparto esa opinión.
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