domingo, 31 de agosto de 2025

La brecha entre la escuela y el futuro laboral: la urgencia de adoptar la inteligencia artificial generativa en la educación

 

En colaboración con Mercedes Leticia Sánchez Ambriz. 

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El Reporte sobre el Futuro de los profesionistas 2025, publicado por Thomson Reuters, revela un dato contundente: solo el 22% de las empresas cuenta con una estrategia visible de adopción de inteligencia artificial generativa (GenAI). Esta cifra contrasta con la evidencia de que aquellas organizaciones que sí poseen una hoja de ruta definida tienen 3.5 veces más probabilidades de obtener beneficios críticos de estas herramientas (Thomson Reuters, 2025).

Dicho hallazgo no solo refleja un desafío empresarial, sino que interpela directamente a los sistemas educativos, aún sumidos en debates sobre si la IA debe o no incorporarse al aula.

La paradoja educativa

Mientras que el sector productivo reconoce el potencial estratégico de la AI para la innovación, la eficiencia y la competitividad, las escuelas y universidades continúan atrapadas en una discusión anacrónica: decidir si incorporar o no la inteligencia artificial en sus procesos de enseñanza-aprendizaje. Esta vacilación no es neutra, pues refleja un desfase estructural que amenaza con ensanchar la brecha entre la formación académica y las demandas reales del mercado laboral (OECD, 2023).

En este blog hemos dedicado varios artículos para comprender la urgencia de insertar la IA en las aulas. No se trata de hacer estudios, reuniones y congresos, la IA está desde hace rato en el aula. La lleva el estudiante en su celular.

El mundo del trabajo avanza hacia la automatización inteligente de procesos, la toma de decisiones basada en datos masivos y la personalización de servicios, mientras que gran parte de las instituciones educativas aún discute cuestiones básicas de integración tecnológica. Esto genera un contraste alarmante: las empresas demandan profesionales capaces de interactuar con algoritmos, optimizar procesos mediante IA y generar valor en entornos digitales, pero los egresados, en muchos casos, continúan formándose bajo esquemas pedagógicos tradicionales que priorizan la memorización de contenidos por encima del desarrollo de competencias digitales, críticas y creativas (UNESCO, 2021; McKinsey, 2023).

El resultado de esta inercia es que el aula corre el riesgo de convertirse en un espacio desconectado de la realidad profesional contemporánea, perdiendo su carácter de laboratorio de innovación y de preparación integral para la vida laboral. La falta de pertinencia curricular se traduce en egresados menos competitivos, en la consolidación de una brecha entre lo que enseñan las instituciones y lo que demandan los empleadores, y en la erosión de la confianza social en la capacidad de la educación formal para responder a los retos del siglo XXI.

En este sentido, continuar debatiendo si “usar o no la IA” constituye una falsa dicotomía. El verdadero dilema no radica en su incorporación, que ya es inevitable, sino en cómo hacerlo de manera estratégica, ética y formativa, para garantizar que los estudiantes no sean meros espectadores de la transformación tecnológica, sino protagonistas activos en su diseño y aplicación (Brynjolfsson & McAfee, 2017).

El riesgo de la desconexión

La inacción educativa frente a la AI implica riesgos estructurales de gran calado:

1.    Obsolescencia curricular. Los planes de estudio que no integran la IA corren el riesgo de anclarse en paradigmas formativos del pasado, formando profesionales poco competitivos en un entorno digitalizado. Esta obsolescencia erosiona la capacidad de los sistemas educativos para responder a la economía digital (World Economic Forum, 2023).
En el interior de las universidades existe una ralentización completa de los programas de estudios. La burocracia universitaria demora todos los procesos y cuando el currículo termina siendo modificado, es obsoleto.

2.    Desigualdad de oportunidades. La falta de alfabetización en IA genera un nuevo rostro de la desigualdad educativa. Los estudiantes con acceso extracurricular a estas tecnologías desarrollarán ventajas críticas frente a quienes dependen únicamente de instituciones rezagadas, ampliando las brechas sociales y tecnológicas (Banco Mundial, 2022).
La nueva brecha no está entre quienes acceden a Internet, sino entre quienes emplear la IA con carácter innovador y quienes aún se pregunta si se utiliza o no.

3.    Pérdida de relevancia institucional. Ignorar la transformación digital compromete la credibilidad de la escuela como agente de desarrollo humano y social. Una institución que permanece al margen de la GenAI proyecta rigidez y desactualización, alejándose de su papel histórico como espacio de vanguardia y confianza social (UNESCO, 2023).

En consecuencia, la inacción educativa no solo margina a los estudiantes, sino que erosiona la legitimidad de la escuela y la condena a la irrelevancia en el ecosistema social y económico.

El valor de la estrategia

La evidencia empresarial citada por Thomson Reuters subraya la necesidad de que la adopción de GenAI no sea improvisada, sino planificada, ética y sostenible. Lo mismo debe suceder en el ámbito educativo:

·         Diseño curricular estratégico que integre la IA como herramienta de aprendizaje, análisis y producción de conocimiento.

·         Capacitación docente continua para que los educadores asuman un rol de mediadores críticos y no de simples usuarios.

·         Políticas institucionales claras que contemplen aspectos éticos, de privacidad y de equidad en el uso de estas tecnologías.

Conclusiones

El dato de que solo una quinta parte de las empresas cuenta con una estrategia visible de adopción de AI no debería leerse únicamente como una señal de atraso en el sector productivo, sino como un llamado de atención urgente para los sistemas educativos. Las escuelas y universidades no pueden seguir atrapadas en debates estériles sobre si incorporar o no la inteligencia artificial: la cuestión ya no es de conveniencia, sino de supervivencia y pertinencia.

En primer lugar, la competitividad laboral de los egresados dependerá en gran medida de su capacidad para interactuar, evaluar y producir con herramientas de GenAI. Ignorar esta realidad equivaldría a condenarlos a desempeñar roles marginales en un mundo del trabajo crecientemente automatizado y digitalizado.

En segundo lugar, la legitimidad institucional de las escuelas está en juego. La educación siempre ha sido entendida como un motor de desarrollo social, económico y cultural; sin embargo, si no responde a los retos de la era digital, corre el riesgo de convertirse en un actor secundario y de perder la confianza de estudiantes, familias y empleadores. En este sentido, la adopción planificada de la GenAI debe entenderse como una responsabilidad ética y social, más que como una simple innovación pedagógica.

En tercer lugar, se impone la necesidad de reducir las brechas educativas. La alfabetización en IA no puede quedar restringida a élites o a contextos privilegiados. Si la escuela no democratiza el acceso a estas competencias, se profundizarán las desigualdades sociales, generando una nueva forma de exclusión basada en el dominio —o no— de la GenAI.

Finalmente, es imprescindible avanzar hacia una estrategia educativa integral que contemple tres ejes:

1.    Curricular, integrando la AI en todas las áreas del conocimiento, no solo en los programas de ciencia y tecnología.

2.    Docente, promoviendo la capacitación continua para que los profesores sean mediadores críticos y guías en el uso ético y creativo de estas herramientas.

3.    Político-institucional, asegurando marcos normativos que regulen la privacidad, la equidad y la transparencia en la adopción de la IA.

En suma, la educación enfrenta un reto histórico: adaptarse a la lógica de un mundo en transformación acelerada o arriesgarse a la irrelevancia. Las instituciones que comprendan esta coyuntura no solo prepararán a profesionales competentes, sino que también consolidarán su papel como espacios de innovación, inclusión y liderazgo social en la era de la inteligencia artificial generativa.

Referencias

Banco Mundial. (2022). World Development Report 2022: Digitalization and Inclusion. Washington, D.C.: World Bank.

Brynjolfsson, E., & McAfee, A. (2017). Machine, Platform, Crowd: Harnessing Our Digital Future. New York: W.W. Norton & Company.

McKinsey & Company. (2023). The State of AI in 2023: Generative AI’s Breakout Year. McKinsey Global Institute.

OECD. (2023). Artificial Intelligence in Education: Challenges and Opportunities. Paris: OECD Publishing.

Thomson Reuters. (2025). Reporte sobre el futuro de los profesionistas 2025. Londres: Thomson Reuters.

UNESCO. (2021). Reimagining our futures together: A new social contract for education. Paris: UNESCO.

UNESCO. (2023). AI and Education: Guidance for Policy-makers. Paris: UNESCO.

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