En colaboración con Mercedes Leticia Sánchez Ambriz.
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El Reporte sobre el Futuro de los
profesionistas 2025,
publicado por Thomson Reuters, revela un dato contundente: solo el 22% de las empresas cuenta con una estrategia visible de adopción
de inteligencia artificial generativa (GenAI). Esta cifra contrasta con la
evidencia de que aquellas organizaciones que sí poseen una hoja de ruta
definida tienen 3.5
veces más probabilidades de obtener beneficios críticos de estas herramientas
(Thomson Reuters, 2025).
Dicho hallazgo no solo refleja un
desafío empresarial, sino que interpela directamente a los sistemas educativos,
aún sumidos en debates sobre si la IA debe o no incorporarse al aula.
La
paradoja educativa
Mientras que el sector productivo
reconoce el potencial estratégico de la AI para la innovación, la
eficiencia y la competitividad, las escuelas y universidades continúan
atrapadas en una discusión anacrónica:
decidir si incorporar o no la inteligencia artificial en sus procesos de
enseñanza-aprendizaje.
Esta vacilación no es neutra, pues refleja un desfase estructural que amenaza
con ensanchar la brecha entre la
formación académica y las demandas reales del mercado laboral (OECD, 2023).
En este blog hemos dedicado varios
artículos para comprender la urgencia de insertar la IA en las aulas. No se
trata de hacer estudios, reuniones y congresos, la IA está desde hace rato en
el aula. La lleva el estudiante en su celular.
El mundo del trabajo avanza hacia la automatización inteligente de procesos, la toma de decisiones basada en
datos masivos y la personalización de servicios, mientras que gran parte de
las instituciones educativas aún discute cuestiones básicas de integración
tecnológica. Esto genera un contraste alarmante: las empresas demandan
profesionales capaces de interactuar con algoritmos, optimizar procesos
mediante IA y generar valor en entornos digitales, pero los egresados, en
muchos casos, continúan formándose bajo esquemas pedagógicos tradicionales que
priorizan la memorización de contenidos por encima del desarrollo de competencias digitales, críticas y creativas (UNESCO, 2021; McKinsey,
2023).
El resultado de esta inercia es que el aula
corre el riesgo de convertirse en un espacio desconectado
de la realidad profesional contemporánea, perdiendo su carácter de laboratorio
de innovación y de preparación integral para la vida laboral. La falta de pertinencia curricular se traduce en egresados menos
competitivos, en la consolidación de una brecha entre lo que enseñan las
instituciones y lo que demandan los empleadores, y en la erosión de la
confianza social en la capacidad de la educación formal para responder a los retos
del siglo XXI.
En este sentido, continuar debatiendo si
“usar o no la IA” constituye una falsa dicotomía. El verdadero dilema no radica en su
incorporación, que ya es inevitable, sino en cómo hacerlo de manera estratégica, ética y formativa, para garantizar que los
estudiantes no sean meros espectadores de la transformación tecnológica, sino
protagonistas activos en su diseño y aplicación (Brynjolfsson & McAfee,
2017).
El
riesgo de la desconexión
La
inacción educativa frente a la AI
implica
riesgos estructurales de gran calado:
1.
Obsolescencia curricular. Los planes de estudio que no integran
la IA corren el riesgo de anclarse en
paradigmas formativos del pasado, formando profesionales poco
competitivos en un entorno digitalizado. Esta obsolescencia erosiona la
capacidad de los sistemas educativos para responder a la economía digital
(World Economic Forum, 2023).
En el interior de las universidades existe una ralentización completa de los
programas de estudios. La burocracia universitaria demora todos los procesos y
cuando el currículo termina siendo modificado, es obsoleto.
2.
Desigualdad de oportunidades. La falta de alfabetización en IA genera
un nuevo rostro de la desigualdad educativa. Los estudiantes con acceso
extracurricular a estas tecnologías desarrollarán ventajas críticas frente a
quienes dependen únicamente de instituciones rezagadas, ampliando las brechas sociales y tecnológicas (Banco Mundial, 2022).
La nueva brecha no está entre quienes acceden a Internet, sino entre quienes
emplear la IA con carácter innovador y quienes aún se pregunta si se utiliza o
no.
3.
Pérdida de relevancia institucional. Ignorar la transformación
digital compromete la credibilidad de la escuela como agente de desarrollo
humano y social. Una institución que permanece al margen de la GenAI proyecta
rigidez y desactualización, alejándose de su papel histórico como espacio de
vanguardia y confianza social (UNESCO, 2023).
En consecuencia, la inacción educativa
no solo margina a los estudiantes, sino que erosiona la legitimidad de la
escuela y la condena a la irrelevancia en
el ecosistema social y económico.
El
valor de la estrategia
La evidencia empresarial citada por
Thomson Reuters subraya la necesidad de que la adopción de GenAI no sea
improvisada, sino planificada, ética y sostenible. Lo mismo debe suceder en el
ámbito educativo:
·
Diseño curricular estratégico que integre la IA como herramienta de
aprendizaje, análisis y producción de conocimiento.
·
Capacitación docente continua para que los educadores asuman un rol
de mediadores críticos y no de simples usuarios.
·
Políticas institucionales claras que contemplen aspectos
éticos, de privacidad y de equidad en el uso de estas tecnologías.
Conclusiones
El
dato de que solo una quinta parte de las empresas cuenta con una estrategia visible
de adopción de AI no debería leerse únicamente como una señal de atraso en el
sector productivo, sino como un llamado de atención urgente para los sistemas educativos. Las escuelas y
universidades no pueden seguir atrapadas en debates estériles sobre si
incorporar o no la inteligencia artificial: la cuestión ya no es de
conveniencia, sino de supervivencia y pertinencia.
En
primer lugar, la competitividad laboral de los
egresados
dependerá en gran medida de su capacidad para interactuar, evaluar y producir
con herramientas de GenAI. Ignorar esta realidad equivaldría a condenarlos a
desempeñar roles marginales en un mundo del trabajo crecientemente automatizado
y digitalizado.
En
segundo lugar, la legitimidad institucional de las escuelas está en
juego. La educación siempre ha sido entendida como un motor de desarrollo
social, económico y cultural; sin embargo, si no responde a los retos de la era
digital, corre el riesgo de convertirse en un actor secundario y de perder la
confianza de estudiantes, familias y empleadores. En este sentido, la adopción
planificada de la GenAI debe entenderse como una responsabilidad ética y social, más que como una simple innovación
pedagógica.
En
tercer lugar, se impone la necesidad de reducir las brechas educativas. La alfabetización en IA no
puede quedar restringida a élites o a contextos privilegiados. Si la escuela no
democratiza el acceso a estas competencias, se profundizarán las desigualdades
sociales, generando una nueva forma de exclusión basada en el dominio —o no— de
la GenAI.
Finalmente,
es imprescindible avanzar hacia una estrategia educativa integral que contemple tres ejes:
1.
Curricular, integrando la AI en todas las áreas del conocimiento, no
solo en los programas de ciencia y tecnología.
2.
Docente,
promoviendo la capacitación continua para que los profesores sean mediadores
críticos y guías en el uso ético y creativo de estas herramientas.
3.
Político-institucional, asegurando marcos normativos que
regulen la privacidad, la equidad y la transparencia en la adopción de la IA.
En
suma, la educación enfrenta un reto histórico: adaptarse a la lógica de un mundo en transformación acelerada o
arriesgarse a la irrelevancia. Las instituciones que comprendan esta coyuntura no solo
prepararán a profesionales competentes, sino que también consolidarán su papel
como espacios de innovación, inclusión y liderazgo social en la era de la
inteligencia artificial generativa.
Referencias
Banco
Mundial. (2022). World
Development Report 2022: Digitalization and Inclusion. Washington,
D.C.: World Bank.
Brynjolfsson,
E., & McAfee, A. (2017). Machine,
Platform, Crowd: Harnessing Our Digital Future. New York: W.W.
Norton & Company.
McKinsey
& Company. (2023). The
State of AI in 2023: Generative AI’s Breakout Year. McKinsey Global
Institute.
OECD.
(2023). Artificial
Intelligence in Education: Challenges and Opportunities. Paris:
OECD Publishing.
Thomson
Reuters. (2025). Reporte sobre
el futuro de los profesionistas 2025. Londres: Thomson Reuters.
UNESCO.
(2021). Reimagining our
futures together: A new social contract for education. Paris:
UNESCO.
UNESCO.
(2023). AI and Education:
Guidance for Policy-makers. Paris: UNESCO.
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