La mitad de los controles que tengo en la casa |
En el grupo de amigos
había un físico que la criticó imaginándose cómo se sentirían los científicos
que habían hecho aportes al estudio de la luz. Nos dijo que hoy nadie duda del
comportamiento dual de la luz, las contribuciones de Fresnell, Foucolt,
Maxwell, Elster, Geitel y Einstein quienes realizaron grandes aportes a la
explicación teórica del comportamiento de la luz, gracias a lo cual se pueden
diseñar numerosos dispositivos que hoy funcionan mediante la emisión de un haz
de luz.
Por lo general a
estos dispositivos se le llaman sistemas de control remoto,
pues posibilitan que sin movernos del sitio en que nos encontramos, prendamos
la tele, cambiemos de canales, subamos el volumen, o encendamos el equipo de
audio y escuchemos tanto la estación preferida como el último compacto que
compramos.
Mi tío Celio fue uno
de los primeros inventores del control remoto. En su casa instaló un largo
cordón eléctrico que daba la vuelta a toda la sala y le permitía prender la
tele cuando quisiera, sin moverse de su butaca preferida. Lo más interesante es
que el televisor le quedaba a solo dos metros de su butaca. Pero su invención
mejor fue emplear una varilla de madera que al introducirla en la perilla
de cambio de los canales permitía pasar de uno a otro sin levantarse de su
asiento.
Hoy no es necesaria
la varilla de mi tío, por el contrario todos los equipos tienen controles
remotos. En no pocas ocasiones encontramos en el sofá de la sala varios de estos
controles remotos, que por su similitud provocan confusión.
Justo cuando mi amigo
físico daba todas sus explicaciones y otras que no me atrevo a escribir por
miedo a cometer un error científico, una vecina tocó a la puerta de la casa de
nuestra colega de trabajo. La mujer totalmente nerviosa contó que le habían
robado su vehículo y necesitaba llamar por teléfono al seguro pero con el
vehículo también había desaparecido su teléfono celular.
Después de sus
disculpas por interrumpir la cena la vecina pasó a utilizar el teléfono,
ubicado en el otro extremo de la sala. Al poco tiempo observamos que el
televisor se encendía y apagaba, los canales cambiaban constantemente y nuestra
conversación volvió a detenerse. Con enorme curiosidad observábamos la locura
del televisor y si no avanzamos mas en nuestras dudas fue porque la vecina
apareció en el comedor.
- No se qué le sucede
a tu teléfono - preguntó a la anfitriona.
No hizo falta
la respuesta a su pregunta, ella llevaba en sus manos el control remoto del
televisor, con lo que mi amiga solo tuvo que mirarnos a todos e indicarle a la
vecina el sitio donde estaba el teléfono, éste último de teclas y con cable.
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