Recientemente en una
video conferencia organizada por la Corporación Universitaria Minuto de Dios de
Colombia me referí en relación a las
habilidades del profesor ante la didáctica colaborativa, a que este tiene un
rol organizador y no facilitador como es costumbre escuchar.
Una profesora
participante me preguntó por qué empleaba esta denominación y dio varios argumentos
para seguir utilizando el término de facilitador. A pesar de los argumentos que
expuse, me quedé con la necesidad de profundizar más en esta idea.
Comienzo por buscar el
origen de facilitador y leo en el diccionario RAE que en algunos países se le
llama a la persona que se desempeña como instructor u orientador en una
actividad, mientras en Venezuela se le llama así al maestro o profesor. Como esta
definición no me convence, fui a la raíz de la palabra facilitar y encuentro que
se define como hacer fácil o posible la ejecución de algo o la consecución de
un fin, así como proporcionar o entregar. Esta definición se desprende del
vocablo latín facilis, que se traduce como “fácil” y que surge del verbo facere
que es sinónimo de “hacer”
Con todas estas
definiciones léxicas me quedo en la idea que facilitar es hacer más fácil un
camino.
¿El profesor tiene como
única tarea el hacer más fácil el camino?
Por supuesto que es una
de sus tareas, pero cumple muchas más. Entonces por qué llamarle facilitador. Con
el desarrollo de las ciencias se produjo un fenómeno de especialización que
generó la fragmentación en muchos campos y subcampos, que a su vez se
nutrieron del intercambio con otras ciencias. Este proceso dio lugar a una recombinación
de especialidades las que a su vez tomaron categorías de otros campos y los
hicieron suyos. En educación tenemos muchos ejemplos como el caso de estrategia
y facilitador.
El profesor no solo
facilita el camino, esa es una de sus responsabilidades, pero no la única. El docente
debe conocer las posibilidades de sus estudiantes para trabajar con el
contenido, previsto en los objetivos, que también están en función del
estudiante. Además debe seleccionar los métodos y su soporte los medios. Pero este
proceso no termina aquí sigue con la verificación y retroalimentación. Tampoco concluye
en este paso, pues durante todo ese proceso tiene la tarea de educar, formar,
generar valores, predicar con su ejemplo. Ninguna de estas tareas se puede
facilitar.
Otra de las tareas
importantes del docente es la planificación del proceso pedagógico, no la que
se escribe en un papel que se copia de año en año, sino la real, la que desarrollamos
en la clase, sea presencial o no. Esa planificación no se facilita se
desarrolla. La formación de grupos en los estudiantes, a partir de la
concepción de la didáctica desarrolladora, indica que es necesario participar
en todas las etapas del trabajo grupal. No se puede facilitar esta tarea, se organiza desde el principio, con la participación de los estudiantes.
Además de lo anterior sumamos
la obligatoria necesidad de la preparación del profesor para cumplir con todas
las tareas anteriores. Tiene que ser experto en su ciencia particular, pero
además en las ciencias pedagógicas. Son pocas las profesiones a las que se les
exige que se prepare en dos campos diferentes, debe dominar la ciencia que “explica”
y la ciencia que trata sobre cómo “explicar”.
Trabajamos con decenas de
personalidades diferentes, con edades variadas, intereses, gustos,
conocimientos previos que confían en nosotros a veces sin conocernos, solo por
el nombre.
Sumando todas las razones
anteriores quedo convencido que nuestro papel es el de organizar el proceso de
aprendizaje colaborativo. Es muchas veces más complejo que facilitar, es más
que dar, organizar es un nivel más alto y complejo, así es nuestra profesión,
una obra de infinito amor.
Buenas. Facilitar es una de las múltiples tareas que hacemos permitiendo el manejo del contenido a través de la puesta en práctica de habilidades para solucionar problemas o proponer diversas alternativas.
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