Trabajo elaborado para la emisora Top Chiriquí de Panamá
En los dos últimos años estas dos palabras, de las que me gustaría hablar hoy (presencial o virtual) se repitieron millones de veces y no quedó hogar alguno donde padres e hijos la pronunciaran a diario. Desde Gobernantes y funcionarios públicos, desde la prensa hasta los diferentes empleados las hicieron suya cada día.
Hoy, cuando el COVID 19 y sus efectos sobre la población parecen estar en franca disminución, nuevamente empezamos con el debate si la educación tiene que ser presencial, virtual o una mezcla de ambas.
Con el COVID
pasamos abruptamente de colegios llenos de estudiantes a casas donde padres y
jóvenes no encontraban la manera de adaptarse al cambio. Hogares donde solo
existía un celular o una computadora o tal vez ninguno de estos, fue la
constante en estos dos años.
Nos sumergimos en
una educación de emergencia, donde los maestros tuvieron que improvisar sus
clases, traducirlas a ambientes virtuales, cambiar a sus estudiantes reales por
cámaras apagadas, fotos o iconos de toda la fauna y flora que puebla nuestro
planeta.
Los estudiantes y
sus padres aprendieron a utilizar Zoom, Meet, Classroom, conocimos partes de
las casas de nuestros estudiantes y ellos ingresaron a las casas de los
maestros, supimos de aquellos que tienen mascotas ruidosas o demasiado
cariñosas que siempre quieren aparecen en la pantalla. Nos fuimos adaptando a
lo virtual y algunos hábitos presenciales se acomodaron a las actividades a
distancia.
Pero llegó el
momento en que retornar a lo presencial se hizo necesario, hay que convivir con
las demás personas, realizar actividades con otros compañeros y volver a las
clases presenciales. La mayoría de las instituciones educativas están
organizadas para el trabajo presencial, los horarios de clases, la distribución
de profesores, la cantidad de estudiantes y en especial los ambientes.
Con la
experiencia de estos años empezamos a comprender que varias tareas se pueden
realizar de manera remota, sin necesidad de la presencia física. En la escuela
pasa algo similar y no solamente ahora, sino desde siempre. Por ejemplo, el
tiempo de estudio y preparación para exámenes se realiza principalmente fuera
de la escuela, las tareas y deberes escolares, también se ejecutan fuera de la
escuela. Desde hace más de una década la comunidad educativa viene empleando
una metodología denominada la clase invertida, donde el contenido de la clase
lo desarrolla el estudiante fuera de la escuela y a esta va para realizar
actividades grupales y de carácter práctico.
Esto significa
que estamos acostumbrados a realizar tareas fuera de la escuela, y en la
actualidad muchas de ellas las vinculamos a las redes sociales, lo que mejora
la comunicación, el intercambio de información y la colaboración. Hoy
disponemos de un mejor conocimiento de cómo hacer una video llamada, de subir
archivos a la nube, de tomar fotografías y editarlas en el celular, de realizar
pagos, de utilizar las redes sociales y un listado enorme de competencias que
fuimos creando en estos dos años. Tenemos un mejor dominio de muchos de los
servicios de Internet que dos años atrás.
Mi opinión es que
no perdamos lo que ganamos en estos dos años, hagamos una vinculación entre
tareas obligatoriamente presenciales y aquellas que podamos trasladar a la
virtualidad. Entendamos que esta mezcla es para enriquecer el aprendizaje de
los estudiantes, para mejorar las condiciones de trabajo de los profesores,
para involucrar más a los padres en el desarrollo de sus hijos, en fin, para
mejorar la sociedad.
Decida usted, si
prefiere todo virtual, todo presencial o una mezcla organizada de ambos
enfoques.
La grabación se puede acceder desde este enlace
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