En colaboración con Mercedes Leticia Sánchez Ambriz
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Una de las grandes
problemáticas que no están resueltas en la educación superior es el bajo nivel
de egresados versus matriculados. En dos trabajos en este blog comenté de este
tema a finales del 2013, cuando revelamos los resultados de una investigación
realizada por dos estudiantes, en la que se determinó por vez primera los
verdaderos valores de la eficiencia universitaria.
La manera de medir la
eficiencia varía entre sistemas educacionales. Por ejemplo, en México la
Secretaría Pública de Educación considera la eficiencia terminal como el cociente entre el número de titulados y el número de alumnos
inscritos en el último ciclo de cada generación, multiplicado por 100. Mientras
que la Subsecretaría de Educación Superior usa la misma fórmula, pero se refiere
a eficiencia terminal de egreso cuando únicamente se contabilizan los
egresados y a eficiencia terminal de titulación cuando se calcula el
porcentaje de titulados sobre los egresadosla según se cita en este artículo.
Para efectos de este
trabajo consideramos la eficiencia terminal como el porcentaje de
estudiantes que inician su carrera en un período y la concluyen en los nueve
semestres de duración de la Carrera. En el estudio realizado en el 2013 que se
puede consultar desde aquí, se demostró que dicha eficiencia rondaba
entre el 8,6 y el 9 % Se puede interpretar que de 100 estudiantes que
ingresan al primer semestre de la carrera de Educación solo 9 concluyen
sus estudios en los nueve semestres estipulados. Esto no significa que
todos se gradúan pues aún deben defender su trabajo final de grado, excepto
aquellos que concluyen con un alto índice académico y que se gradúan de modo
directo.
La eficiencia
universitaria es un tema discutido en nuestra región. En un informe del Banco
Mundial publicado en el 2017 advierte que el desempeño del sistema universitario
en la región es decepcionante. Lo avala señalando que la mitad de la
población de 25-29 años que comenzaron la educación superior en algún momento
no finalizaron sus estudios en el tiempo esperado, sea porque aún están
estudiando o porque desertaron.
Esto de por sí es un dato
alarmante, debido a que la tasa bruta de matrícula en educación superior de
América Latina y el Caribe creció del 17 % en 1991 al 21 % en el año 2000 y al 40 %
en el año 2010. El crecimiento de la matrícula en América Latina y el Caribe,
según afirma el informe, ha estado acompañado por una gran expansión por el
lado de la oferta. Desde principios de los años 2000, se han abierto
aproximadamente 2.300 IES nuevas y se han creado 30.000 programas nuevos. Por
lo tanto, aproximadamente un cuarto de las IES actuales y la mitad de los
programas actuales fueron creados desde principios de los años 2000. Este
panorama es muy similar en Bolivia y en particular en el departamento de Santa
Cruz, donde se concentran sedes de universidades privadas creadas en otros
departamentos.
Resultados obtenidos.
Repitiendo el análisis
del que hicimos referencia y con la colaboración de la estudiante Ana Paula
Vélez Ojopi, de la mención en Tecnología educativa, se repitieron algunos de
los pasos que antes se ejecutaron. La metodología empleada consistió en
seleccionar a los estudiantes que iniciaron sus estudios universitarios en la
carrera en tres momentos diferentes, lo que se muestra en la tabla.
Estudiantes que inician |
Estudiantes matriculados nueve semestres después |
1/2020 |
1/2024 |
2/2020 |
2/2024 |
1/2021 |
1/2025 |
Desglosemos la tabla con
los datos recopilados
Semestre y año |
Estudiantes que inician |
Estudiantes matriculados nueve semestres después |
Por ciento |
1/2020 |
117 |
34 |
29 % |
2/2020 |
18 |
26 |
144 % |
1/2021 |
139 |
40 |
28 % |
Los datos reflejan solo
la cantidad de estudiantes que están matriculados en los semestres antes
señalados, resultado que es engañoso por completo como explicamos a
continuación. El verdadero índice de efectividad es el que proviene de la
metodología empleada.
Se revisó caso por caso
de los 100 estudiantes matriculados en el noveno semestre de los años
seleccionados y se comparó con el año en que comenzaron sus estudios en la
carrera. Los datos se muestran en la tabla.
Semestre y año |
Estudiantes que inician |
Estudiantes que completaron la carrera en los
nueve semestres |
Por ciento |
1/2020 |
117 |
4 |
3.4 % |
2/2020 |
18 |
0 |
0 % |
1/2021 |
139 |
16 |
11,5 % |
En la tabla se aprecia
que en el último semestre (1/2025) de cada diez estudiantes que ingresaron a la
Carrera, solo uno concluyó en los nueve semestres. En los semestres anteriores
la cifra es más baja. Se desconocen las razones, aunque es probable que el
impacto de la pandemia por el COVID fuera la causa más importante. De igual
modo para el 2/2020 el ingreso fue menor.
En este análisis
descubrimos el tiempo promedio en que los estudiantes alcanzan el noveno
semestre. De nuevo se llevó a cabo el análisis uno por uno para detectar el año
en que iniciaron sus estudios en Ciencias de la educación. El estudiante más
longevo comenzó sus estudios en el 2005 y alcanzó el noveno semestre en el
segundo semestre del 2024, es decir, 40 semestres después. El resto de los
estudiantes se matricularon en el 2010, 2013, 2015, entre otros años.
En promedio, entre los
100 estudiantes analizados para llegar al noveno semestre, dedican un total
de 12 semestres, es decir, seis años. Esto no significa que se
titularon de la carrera, solo que egresaron de la misma. Para su titulación
existen varias formas, entre las que destacan el buen rendimiento, que son
aquellos estudiantes que no reprueban materias en toda la carrera y los que su
valor de calificaciones supera la media del semestre. Los que no se benefician
con esta medida, que es la mayoría, deben optar por defender su trabajo final
de grado o matricular un diplomado que al ser aprobado les habilita para el
título. Este punto amerita otra investigación para conocer el verdadero índice
de efectividad.
Conclusiones y
sugerencias.
Un informe de CIMA-Brielf señala como la desigualdad
socio‑económica, como uno de los elementos que
favorecen la baja eficiencia terminal. Los jóvenes de niveles socioeconómicos
altos tienen más oportunidades de acceso y permanencia. El informe señala que
en 2023 la brecha de acceso entre el quintil de ingresos más alto y el más bajo
superaba los 40 puntos porcentuales en países como Uruguay, Panamá, Brasil
y Paraguay. Marcado por la crisis social y económica en nuestra región y en
particular en Bolivia.
La deserción y reprobación es otro
factor como sugiere la revista
RIDE en el 2024. Muchos estudiantes se retrasan o abandonan debido a bajos
resultados académicos, falta de acompañamiento y necesidad de insertarse en el
mercado laboral. La ampliación del acceso a la ES, no ha sido acompañada por
acciones de retención; la mayoría de las universidades se focaliza en atraer
matrícula, pero no cuenta con estrategias eficaces de acompañamiento y uso de
tecnologías para seguir la trayectoria del estudiante
Un tercer factor tiene
que ver con el financiamiento y políticas de
costos. Varios países con gratuidad (como Argentina y
Uruguay) tienden a tener tasas de terminación históricamente más bajas,
mientras que sistemas con aranceles y selección (Chile) muestran mayor
eficiencia pero restringen la inclusión como se lee en este trabajo. El acceso a becas, créditos y
ayudas socio‑económicas mejora la permanencia.
Otro punto es la oferta educativa
heterogénea y el currículo rígido. En nuestra región la expansión de
instituciones privadas y programas de baja calidad genera problemas de
pertinencia y retención, lo que es también un problema marcado en nuestra
ciudad. A esto se une la mala
preparación en los niveles escolares, lo que frena su desarrollo en los dos
primeros semestres en las universidades.
Los valores que
encontramos son similares para otras carreras de la misma facultad y de toda la
Universidad. Los datos se obtuvieron del sistema estadístico que maneja la
Universidad, por lo que se pueden revisar otros diferentes.
La educación superior
está ingresando en una etapa de obligados cambios, tanto en su forma de enseñar
como en la de emplear sus recursos. La época de la masividad está quedando
atrás, aunque se está reduciendo la brecha de oportunidades entre la ciudad y
las zonas más alejadas.
Una tormenta cercana es
la de la inteligencia artificial y su efecto directo en numerosas carreras
universitarias. Algunas irán desapareciendo y otras nuevas se crearán. La
brecha entre estudiantes y profesores que la emplean y los que no la utilizan
crece a un ritmo desproporcional. Recientemente, la Revista Forbes publicó las declaraciones de varios CEO de
empresas relacionadas con la IA. Entre estas me llamó la atención la posible
carrera de Formador en alfabetización en IA. La IA llegará a todas
partes y tendremos que saber utilizarla, en especial desde el lado educativo,
de la administración pública y la empresa.
No debemos seguir
aferrándonos a currículos rígidos y burocratizados, llenos de documentos
repetitivos y alejados de la realidad y las necesidades de los jóvenes
actuales. Estamos en un momento crucial para mejorar la universidad actual y
transitamos por la mayor disrupción educativa de todos los momentos de la
educación universitaria.
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