martes, 26 de abril de 2011

El video un medio “made in” Latinoamérica.


Aprovechando la ventaja de reciclaje que ofrecen los medios digitales, emplearé como base en el comentario actual un artículo que publiqué en 1993 en el periódico “Los Tiempos” de Cochabamba. En aquella oportunidad mantenía una columna semanal en dicho periódico en la que escribí por espacio de unos tres años.

Este artículo como no cae directamente en el campo tecnológico, mantiene la esencia de su primera publicación. Debo comentar que a mi juicio, el video es un medio nacido y criado en este Continente. Entendemos como medio, no el equipo, sino la manifestación cultural, científica e ideológica que generó el empleo de esos equipos, creando así lo que llamamos video. Nadie soñaba con la facilidad que hoy tenemos en el empleo del video, con la existencia de Youtube y otros sitios similares, Internet era solo un experimento que estaba por despertar. En aquel momento expresé:

Por suerte las carabelas de Colón no importaron el video del Viejo Continente, pues este medio fue depositado en cajas de cartón y transportado en aviones desde el lejano oriente.

Pero el video en América Latina no se vistió al estilo asiático, adoptó el vestuario de la clandestinidad.

Nació y se crió en medio de la represión política, el asesinato y las desapariciones, propio de las dictaduras militares que asolaron el Continente (en el pasado siglo)

Sus primeros compañeros de juego fueron los movimientos sociales, sindicales y de las masas oprimidas y explotadas durante la época militar.

Sus primeros pasos no transcurrieron en los estudios, como su hermano mayor la televisión o su tío el cine. Por el contrario caminó antes que sus familiares lo sospecharan.

Su bautizo ocurrió entre nubes, fuertes vientos y frío, en lo alto de los cerros junto a las aldeas más pobres. Su primera comunión no fue pública, ni se divulgó por los diarios pues la rindió en las entrañas del Continente, junto a los mineros y su tío protector.

Tuvo en este Continente una utilización más social que recreativa, más política que cultural. Por vez primera el pueblo aparecía reflejado en las pantallas como actor principal y más importante.

Así Juan y Pedro, Andrés y Julián, desconocidos en su país se hicieron más populares que la Coca Cola cuando aparecieron interpretando sus canciones en sus idiomas nativos y que los señores cultos de su país no conocían.

Pero María e Inés, aprendieron del video como poder decirle a sus maridos que no debían beber más en la taberna del viejo Pablo, y Mercedes, aquella que todos decían que sería alguien en la vida, grabó en su pueblito la primera marcha por sus derechos comunales.

Entonces sirvió de eco a las minorías étnicas que abundan en la vasta región que se extiende del río Bravo a la Patagonia, llegó a recoger sus costumbres y tradiciones, sus hábitos y necesidades y comenzó a convertirse en la memoria de la mayoría de nuestra población.

Los jóvenes delgados y con pelo revuelto empezaron a mostrar el lado oculto de las sociedades y el video se abrazó a los desposeídos, los pobres y los abandonados.

Entonces un día la cámara y los jóvenes comenzaron a agruparse y al conjuro mágico de otros equipos empezaron a ser objetos cotidianos en las huelgas, las manifestaciones, los actos culturales y religiosos y en los sepelios de aquellos caídos por defender el derecho al pan de cada día y a la aurora de cada mañana.

Estos jóvenes, llamados videastas por alguien, empezaron a descubrirse unos a los otros. Los de Bolivia y Perú con los de Chile y Uruguay empezaron a caminar juntos y en la marcha se unieron otros países que al igual que ellos tenían sus propias experiencias y necesidades

La cinta de video, con su mortífera carga pasó de una mano a otra, de un idioma a otro, cruzó más de una frontera y se dio a conocer en este Continente y su fuerza fue tan grande que los señores de otros Continentes se asombraron de lo aquí pasaba. Pero para ese entonces ya los videastas se habían reunido en 1988 en Santiago de Chile y todavía los del Viejo Continente ni apenas se conocían.
La imagen corresponde a la filmación de unos de los capítulos
de una serie que realizamos sobre aves
de la Sierra del Rosario, en Pinar del Río, Cuba.

1 comentario:

  1. Muy interesante la información, ni me la había sospechado, no somos tan subdesarrollados, ánimo latinoamericanos unidos.
    Mónica

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