15 meses atrás escribí dos trabajos sobre la evaluación a los
profesores en nuestra Universidad. El primero lo puede encontrar aquí y el otro en este enlace. Hoy nuevamente recurro a este tema, ya que
de nuevo nos vuelven a evaluar con los mismos instrumentos, con sus mismos
errores y lo más absurdo nunca nos enteramos de los resultados. Aunque las autoridades universitarias aseguraron modificaciones a
estos instrumentos, estas son simplemente de orden cosméticos. En la encuesta
donde los estudiantes son los evaluadores solo se modificó la redacción de una
pregunta, mientras que en otra se percataron que no todas las asignaturas en la
Universidad están obligadas a realizar prácticas de laboratorio.
La evaluación es siempre un tema polémico, es imposible
satisfacer a unos y otros, tanto con los instrumentos como con los resultados.
Pero esto en nada cambia la afirmación que hicimos en los comentarios
anteriores. En el primer post indicamos que el cuestionario a los estudiantes
está lleno de contradicciones, es anticuado, incoherente con la realidad y que
en el fondo es una farsa que alienta la mentira y va en contra del esfuerzo de
la mayoría de los docentes de formar un estudiante acorde las necesidades
actuales.
En esta ocasión además de revisar nuevamente los cuestionarios,
hago una propuesta de evaluación, que de ser útil puede ser empleada por una
comisión de expertos en educación que se dedique a redactar un verdadero
instrumento y que no quede solo en manos de administrativos como ocurre en la
actualidad.
Revisando la literatura
En general existe un criterio aceptado que el éxito de una
institución de educación superior depende en gran medida de la calidad que
muestren los profesores en su desempeño docente. No es la presencia de
recursos, instalaciones, ni currículos por competencias los que prestigian a
una universidad, sino el desempeño de sus docentes.
Rodrigo Asún y Claudia Zúñiga[1] después
de revisar más de 60 artículos en los que se trata la evaluación docente
llegaron a la conclusión que no existe consenso en la manera de definir la
enseñanza de calidad y menos en caracterizarla teóricamente. Tampoco existe
claridad en las exigencias al desempeño docente de calidad en un profesor
universitario.
En el caso de nuestra Universidad, después de revisar el Modelo
académico del CEUB[2]
descubro con asombro que no existe una definición de lo que se espera del
docente en ese modelo. Algo similar ocurre en el Modelo académico de nuestra
Universidad[3]
donde se señala que el docente universitario cuenta con una “…garantizada solvencia académica,
capacitados en el área de la
psicopedagogía, proactivos, que conocen (o que están dispuestos a
conocer) los nuevos paradigmas emergentes que orientan los procesos de
enseñanza-aprendizaje y aplican (o están dispuestos a aplicar) las tesis del
llamado “constructivismo social”.
En el modelo no se específica la concepción que la Universidad
tiene de las tesis del llamado
“constructivismo social”. Partiendo del criterio de docente universitario expresado
se debería evaluar su solvencia académica, su desempeño en el área de la
psicopedagogía, su proactividad y la manera en que aplican las tesis del constructivismo
social.
Por otra parte es necesario la precisión en relación tanto a
lo que se entiende por evaluar, como a los indicadores que deberán ser objeto
de la evaluación. En los dos documentos anteriores, el CEUB reconoce la
excelencia universitaria, a partir de un sistema eficiente de asignación,
seguimiento y evaluación del rendimiento académico, científico y de interacción
social. Pero no hace referencia a la evaluación docente.
En el Modelo académico de la UAGRM se reconoce que el objeto
de la evaluación es la calidad de los programas de formación profesional. En
ambos documentos que son de máxima prioridad no se menciona la evaluación al
docente, tampoco la sustentación teórica para su evaluación, mucho menos los
indicadores que deben ser evaluados ni la forma de hacerlo.
En resumen la evaluación al docente queda en manos de la
administración que sin un sustento teórico decide evaluar aquellos indicadores
que mejor se ajusten a sus gustos o intereses.
Qué evaluar
Con la ausencia de indicadores para la evaluación a los
docentes en nuestra Universidad, mi propuesta está fundamentada en la
literatura especializada.
El primer elemento a definir está en determinar qué tipo de
profesor queremos en nuestra Universidad. La UNESCO en su “Informe de
seguimiento de la educación en el mundo” señala que la responsabilidad
principal de los docentes es impartir una enseñanza de alta calidad. “En la práctica, una buena enseñanza es una
tarea compleja y exigente. Los docentes tienen que administrar y transmitir el
plan de estudios, velar por la participación y el aprendizaje, y adaptar la
enseñanza a las necesidades de los alumnos y a la cambiante dinámica del aula. Además,
necesitan tiempo para preparar los materiales didácticos y para organizar y calificar
las evaluaciones”[4].
En este campo quiero destacar la propuesta que el Tecnológico
de Monterrey expone en su modelo TEC21[5], donde
enfatiza en el papel principal del profesor. Para ellos el docente debe estar
interesado en el estudiante, guiando su desarrollo. Debe destacar tanto como
académico como en su profesión. Debe ser innovador y aprovechar la tecnología
para modificar las formas tradicionales de enseñanza. Debe demostrar además un
vínculo cercano con los estudiantes, ser un buen ejemplo y en especial dejar
una huella en sus estudiantes.
Rizo Moreno[6] en un
trabajo de la Asociación Universitaria de Formación del Profesorado, señala que
existe consenso en que las tres áreas que el trabajo docente debe ser evaluado
son: docencia, investigación y extensión.
Considerando que en nuestra Universidad los nuevos diseños
curriculares se adscriben a la moda actual de las competencias, entonces es de
esperar que también a los profesores los evaluemos bajo este mismo enfoque. Por
esta razón el instrumento que propongo en los siguientes trabajos estará
enfocado directamente a evaluar las competencias de los docentes
universitarios.
En el siguiente trabajo comentaré sobre la incongruencia de
los actuales instrumentos, a partir de las modificaciones de carácter cosmético
introducidos a estos.
[1] Asún R.A
y Zuñiga C (2017) Evaluación docente universitaria: Hacia una perspectiva
unificada. Revista de Sociología 32(1), 50-70.
doi:10.5354/0719-529x.2017.47885
[2] Comité
Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB) Modelo académico del sistema de la
universidad boliviana (2011) http://www.ceub.edu.bo/academica/documentos/normas/01_Modelo_Academico_09_14.pdf
[3] No se
pudo localizar el modelo en ninguno de los sitios de la UAGRM. Manos amigas me
lo hicieron llegar por medio del correo electrónico
[4] UNESCO
2017 “Informe de seguimiento de la educación en el Mundo” http://unesdoc.unesco.org/images/0026/002610/261016S.pdf
[5] Modelo
educativo TEC21 http://modelotec21.itesm.mx/que-es-el-modelo.html#profesores
[6] Rizo
Moreno, Héctor. “Evaluación del docente universitario” Asociación Universitaria
de Formación del Profesorado. Revista Electrónica Interuniversitaria de
Formación del profesorado 2(1) 1999 https://www.aufop.com/aufop/uploaded_files/articulos/1224341864.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario