En colaboración con Mercedes Leticia Sánchez Ambriz
Si
está muy apurado, te invito a escuchar el pódcast
Vivimos en una época marcada por la velocidad. Las redes sociales, los videos de 15 segundos y los resúmenes de todo tipo han condicionado a una nueva generación de estudiantes que, aunque tecnológicamente hábiles, se enfrentan a un reto profundo: la impaciencia digital. Esta tendencia, que se manifiesta en la preferencia por contenidos cortos, respuestas inmediatas y resultados instantáneos, está reconfigurando las dinámicas de aprendizaje en el aula y fuera de ella.
Es frecuente escuchar frases como “profe, ¿puede resumirlo?, o ¿hay un video más corto?. No se trata de falta de interés, sino de una forma diferente de relacionarse con la información. Los estudiantes hoy se sienten más cómodos en entornos donde la recompensa cognitiva es rápida y la carga mental es mínima.
Sin embargo, esta comodidad tiene un precio: la superficialidad. La impaciencia digital empuja a evitar la complejidad, a no detenerse en los matices y a pasar por alto los procesos reflexivos que requieren tiempo. En otras palabras, promueve una cultura de respuestas rápidas, pero no necesariamente correctas o significativas.
No se trata de culpar a las tecnologías, sino de entender cómo las hemos integrado en nuestras vidas. La gratificación instantánea se ha convertido en una norma. Un clic basta para obtener lo que antes requería horas de lectura, consulta o debate. Esta transformación ha moldeado nuevas expectativas de consumo de conocimiento: que todo sea inmediato, accesible y digerido.
Además, el entorno digital ha reforzado la ilusión de que “entender” es equivalente a “haber visto” o “haber leído algo breve”, desplazando el valor de la comprensión profunda.
Detengámonos en algunos datos.
TikTok es la plataforma de los videos cortos, donde se permiten videos desde 3 segundos a 60 minutos. La duración promedio actual se encuentra entre 30 y 60 segundos, según se lee en el blog Captions. Las cuentas con mayor cantidad de seguidores suelen publicar videos algo más largos, en torno a 55 segundos, pero la propia plataforma recomienda videos entre 21 y 34 segundos.
El reto para los docentes no es competir con TikTok o con los resúmenes en YouTube, sino cultivar el gusto por la pausa, la reflexión y la elaboración. En lugar de rechazar el formato breve, podemos usarlo como anzuelo para invitar a profundizar.
Algunas estrategias útiles:
- Utilizar el micro aprendizaje por medio de videos cortos, que generen preguntas más que ofrecer respuestas cerradas.
- Aprendizaje por proyectos, donde el estudiante deba investigar, contrastar y presentar resultados que requieren tiempo y elaboración.
- Evaluación del proceso, no del producto final, que premien el esfuerzo sostenido más allá de la inmediatez.
- Actividades metacognitivas, donde se reflexione sobre cómo se aprende y no solo qué se aprende.
La impaciencia digital no es una condena, pero sí un llamado de atención. Como educadores, formadores o ciudadanos preocupados por el desarrollo integral, tenemos la tarea de defender el valor de lo profundo frente al vértigo de lo efímero. El conocimiento no es solo información: es reflexión, conexión y transformación.
Educar en tiempos de inmediatez digital no significa volver al pasado, sino enseñar a navegar el presente con herramientas críticas. En lugar de resistir la ola tecnológica, aprendamos a surfearla con sentido, recordando que lo más valioso casi nunca es instantáneo.
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