martes, 18 de noviembre de 2025

Habilidades blandas e inteligencia artificial: un nuevo desafío para la docencia universitaria

 

En colaboración con Mercedes Leticia Sánchez Ambriz 

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La docencia universitaria atraviesa el momento de los mayores cambios en toda su historia. La presencia creciente de la inteligencia artificial generativa en las aulas obliga a reconsiderar no solo las metodologías de enseñanza, sino también el papel del docente como mediador, guía y referente ético. En este escenario, las habilidades blandas, aquellas que articulan nuestras capacidades socioemocionales, comunicativas y cognitivas, se vuelven más relevantes que nunca.

Diversos estudios coinciden en que el desempeño docente no se sostiene únicamente sobre el dominio disciplinar. Requiere habilidades que permitan construir relaciones, generar confianza, analizar críticamente la información, comunicarse con claridad y gestionar tensiones propias del entorno académico. Como señalan Robbins y Judge (2019), la comunicación, la motivación y la capacidad de interacción social son elementos decisivos del desempeño laboral en contextos educativos altamente complejos.

¿Cómo deben adaptarse las habilidades blandas al trabajo con la inteligencia artificial en la universidad? En este artículo exploro tres de las habilidades más conocidas (comunicación efectiva, pensamiento crítico y resolución de conflictos), sin dejar de reconocer el valor de las demás citadas por numerosos autores.

1. Comunicación efectiva: del aula al diálogo con la IA

La comunicación ha sido considerada por Hargie (2016) como una habilidad estratégica que sostiene las interacciones humanas y, en el caso de la educación, permite construir significado compartido entre docentes y estudiantes. En las universidades, la comunicación dejó ser la clásica transmisión de información para pasar a ser creación de sentido, negociación de expectativas y orientación pedagógica.

Con la llegada de la inteligencia artificial, la comunicación adquiere una nueva dimensión. Ahora, el docente no solo necesita comunicarse con sus estudiantes, sino también con los modelos de IA que acompañan el proceso pedagógico. Esto implica desarrollar una competencia adicional: saber formular instrucciones claras, estructuradas y éticamente responsables a los sistemas de IA. Esta competencia implica que el profesor se convierte en curador de contenidos, como expresamente en el blog

En otras palabras, la comunicación efectiva se transforma en comunicación algorítmica, en la que los prompts se convierten en un lenguaje pedagógico. La claridad del mensaje, la precisión conceptual y la intención educativa determinan la calidad de la respuesta que la IA ofrecerá.

Esta habilidad es esencial para orientar a los estudiantes y evitar que la IA se convierta en un sustituto acrítico del pensamiento humano.

2. Pensamiento crítico: la clave para navegar la abundancia informativa

El pensamiento crítico es una competencia central en la educación superior. Facione (2015) lo define como un conjunto de habilidades cognitivas; interpretación, análisis, inferencia, evaluación y autorregulación, que permiten tomar decisiones fundamentadas. Brookfield (2012) añade que también implica cuestionar suposiciones propias y colectivas.

En el contexto de la inteligencia artificial, esta habilidad adquiere una urgencia especial. Los modelos generativos pueden producir textos coherentes, persuasivos y verosímiles, pero no necesariamente correctos. Por ello, docentes y estudiantes deben aprender a verificar, contrastar y evaluar críticamente cada respuesta generada.

Paul y Elder (2014) recuerdan que el pensamiento crítico es inseparable de la evaluación de fuentes y del análisis lógico de argumentos. Cuando los estudiantes utilizan IA para redactar, investigar o resolver problemas, necesitan saber identificar errores, sesgos o inconsistencias. Solo así podrán construir conocimiento propio y evitar la dependencia tecnológica.

El pensamiento crítico, bien orientado, convierte a la IA en un aliado para explorar múltiples perspectivas; no en una autoridad irrefutable.

3. Resolución de conflictos: gestionar tensiones éticas y cognitivas

Tradicionalmente asociada a la convivencia interpersonal, la resolución de conflictos también abarca la capacidad de enfrentar contradicciones intelectuales y dilemas éticos. Fisher, Ury y Patton (2011) plantean que la negociación basada en intereses permite encontrar soluciones sostenibles sin imponer posiciones.

En el trabajo con IA esta habilidad es imprescindible. La universidad enfrenta nuevos tipos de conflicto:

  • Contradicciones entre información generada por distintos sistemas de IA.
  • Tensiones éticas sobre autoría, plagio y uso responsable.
  • Conflictos cognitivos cuando la IA y el estudiante ofrecen respuestas divergentes.
  • Dilemas institucionales sobre evaluación, transparencia y privacidad.

El docente que domina esta habilidad puede convertir el conflicto en una oportunidad pedagógica. En lugar de evitar la contradicción, la utiliza para analizar fuentes, comparar argumentos o discutir reglas éticas del uso de tecnología. Así, la resolución de conflictos deja de ser un mecanismo defensivo y se convierte en una herramienta para el aprendizaje crítico. Es pasar de la crítica ciega al empleo razonable, en otras palabras girar 180 grados

Conclusión: la IA no reemplaza las habilidades blandas; las exige

La inteligencia artificial no disminuye la importancia de las habilidades blandas; al contrario, la potencia. La docencia universitaria del presente y del futuro exige un profesional capaz de analizar críticamente la información, comunicarse con precisión humana y algorítmica, y gestionar tensiones que antes no existían.

Como afirma Goleman (1998), la inteligencia emocional es un pilar del liderazgo educativo. Ahora sabemos que es también un pilar del uso ético, crítico y formativo de la IA.

El reto es evidente: no basta con aprender a usar herramientas; es necesario aprender a relacionarnos con ellas desde nuestra humanidad, nuestras competencias socioemocionales y nuestra responsabilidad académica.

Y es ahí donde las habilidades blandas se convierten en el eje de una docencia contemporánea, pertinente y profundamente humana.

Referencias

Goleman, D. (1998). Working with emotional intelligence. Bantam Books.

Hargie, O. (2016). Skilled interpersonal communication: Research, theory and practice (6.ª ed.). Routledge.

Robbins, S. P., & Judge, T. A. (2019). Organizational behavior (18.ª ed.). Pearson.

Hattie, J. (2012). Visible learning for teachers: Maximizing impact on learning. Routledge.

Facione, P. A. (2015). Critical thinking: What it is and why it counts. Insight Assessment.

Brookfield, S. D. (2012). Teaching for critical thinking: Tools and techniques to help students question their assumptions. Jossey-Bass.

Paul, R., & Elder, L. (2014). The miniature guide to critical thinking: Concepts and tools (7.ª ed.). Foundation for Critical Thinking.

Fisher, R., Ury, W., & Patton, B. (2011). Getting to yes: Negotiating agreement without giving in (3.ª ed.). Penguin Books.

Rahim, M. A. (2011). Managing conflict in organizations (4.ª ed.). Transaction Publishers.

Deutsch, M., Coleman, P. T., & Marcus, E. C. (2014). The handbook of conflict resolution: Theory and practice (3.ª ed.). Jossey-Bass.

Tjosvold, D. (2008). The conflict-positive organization: It depends upon us. Journal of Organizational Behavior, 29(1), 19–28. https://doi.org/10.1002/job.473

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