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Ante este nivel de aitoxicación
que se incrementa cada día, debemos mejorar la IA-alfabetización,
que es la continuación de la alfabetización digital a la que se suma la
relacionada con el mundo de la IA. Este acelerado impacto además de las
numerosas ventajas palpables, trae nuevas preocupaciones éticas y pedagógicas.
Entre estas está el plagio y la deshonestidad académica, impulsado por la automatización
de los procesos de escritura y creación académica.
En este trabajo proponemos algunas ideas sobre este
fenómeno, en especial en el ámbito educativo. Evitemos que el plagio sea
aceptado, ya que estaríamos ingresando a la automatización de la mediocridad
bajo la ilusión de la eficiencia.
El plagio.
El plagio es tan viejo como la escritura. Tempranamente en
el siglo I el poeta Marcial usa el término para referirse a Fidentinus quien
copió algunos de sus poemas sin dar crédito.
Este concepto siempre asociado al acto de copiar sin
declarar la atribución, se ve transformado por el uso de herramientas de IA, en
especial los sistemas generativos. Estos producen textos que en apariencia son
originales, con buena redacción y un análisis detallado de un fenómeno en
particular, pero su autoría y desarrollo crítico es posiblemente dudosa. Esto
exige repensar los criterios para juzgar la originalidad y la responsabilidad
intelectual en contextos educativos mediados por tecnología.
Por esta razón, el plagio también puede adoptar el nombre de “copia académica”, expresado como: “… Al hecho de, en
términos de las aplicaciones informáticas, de seleccionar, copiar y pegar; para
después utilizar estos fragmentos o textos completos, y presentarlos como ideas
propias”
Hoy el plagio puede producirse de forma sofisticada, sin
necesidad de copiar literalmente. Las IA generativas permiten generar textos
originales en apariencia, pero cuya autoría y sustento crítico resultan
dudosos. (Vargas-Morúa, 2021).
El concepto de plagio, tradicionalmente asociado al acto de
copiar sin atribución, se ve transformado por el uso de sistemas generativos
como ChatGPT. Las “habilidades de investigación profunda” de la mayoría de los
bots generativos se están convirtiendo en fuentes permanentes en los trabajos
de nuestros estudiantes. Como señalamos en otro
post, estas fuentes, en especial las gratuitas, suelen ser bastante
inexactas y al generar más información, lo que requiere de más tiempo para su
revisión, son adoptadas como válidas, incrementando la confusión y la copia del
contenido.
Esta facilidad de plagio es una de las más frecuentes
observaciones que se realizan a la IA. Un estudio entre docentes universitarios
de Ecuador revela que al menos el 50% de ellos considera que el principal
riesgo de la IA es su pobre valoración ética. Esta misma investigación indica
que el 96% de los encuestados reconoce que en sus instituciones no han llevado a cabo ninguna evaluación de riesgos en relación con la implementación de
estas tecnologías al emplear herramientas de IA.
Esta problemática está siendo tomada como excusa para los
que no desean incorporar la IA a sus actividades de enseñanza, por miedo, temor
a ser desplazados y por desconocimiento. Por lo que es apremiante transformar
las estrategias de aprendizaje y sobre todo, la evaluación por actividades
únicas, de esta manera, evitar la negación, anteponer la valoración ética de las
actividades académicas de estudiantes y profesores.
Ética una transversal obligada.
El cambio que se está generando en los sistemas de IA hace
pensar que los problemas de plagio se irán modificando permanentemente, aumentando
el nivel de sofisticación. Por lo que es más importante analizar estos futuros
desafíos desde el campo ético. Por ello en vez de negar la IA e impedir su
empleo, es necesario apostar por su integración efectiva en el proceso
pedagógico.
La ética debe pasar a ser una asignatura transversal,
como lo es la investigación en las instituciones educativas. Se debe generar un
marco regulatorio, no para prohibir, sino para establecer reglas claras en lo
que se debe considerar como plagio. Sancionar al estudiante no ayuda a evitar
el plagio, por el contrario, lo puede volver más sofisticado. No debemos
olvidar que a ChatGPT, por ejemplo, se le puede sugerir que reescriba un
documento generado por el mismo y lo adapte a nuestro estilo de escritura.
Es necesario reevaluar el papel de las actividades
académicas en las instituciones educativas, premiar por la originalidad y el
tratamiento de la información y no como sucede muchas veces, dedicarse a
emplear herramientas anti-plagio para verificar la originalidad. Conocemos que
estas herramientas no son capaces de detectar con precisión un trabajo
reelaborado a partir de la creación con IA.
Se requiere una colaboración interdisciplinaria entre todos
los profesores para educar en ética y en valores relacionados directamente con
el empleo de la IA. Otro punto importante y tal vez el más agudo es la
evaluación. Pedir a los estudiantes trabajos que sabemos que van a ser creados y
copiados directamente, favorecen el plagio y la deshonestidad. Por ello, es
imperativo pasar a otras formas de evaluación, centradas en el proceso y no en
el producto.
Otra de las estrategias para concientizar sobre el plagio es
la de crear códigos de honor con los estudiantes y discutir con ellos las
ventajas de la IA, siempre que sean bien utilizadas. Se debe trabajar en la
escritura académica, en el empleo de herramientas bibliográficas y de búsqueda
de contenidos. Otra de las tareas impostergables es la IA-alfabetización,
sin limitarlo a las herramientas, incluyendo el tratamiento ético de la
generación de textos, imágenes, audios, videos y cualquier otra forma de contenido.
La IA no puede suplantar el aprendizaje, no puede reducir el
pensamiento crítico del estudiante. Su uso adecuado puede mejorar el aprendizaje,
Combatir el plagio y entender la aitoxicación requiere transformar las
prácticas educativas. Hay que concebir el tratamiento con un enfoque de sistema
donde todos somos parte del mismo problema y en conjunto debemos encontrar las
soluciones.
Nota importante. Este trabajo surge como una práctica
en un posgrado de redacción académica. Se inició con una discusión grupal en Sócrates, un bot de IA que permite
respuestas de todas las personas que se conecten a la discusión. El siguiente
paso fue utilizar algunas herramientas de búsqueda y selección de contenido (ResarchRabbit y Elicit) de las que se descargaron varios
artículos. Estos artículos fueron referenciados con el empleo de Mendely y son
los que se muestran en la bibliografía citada. Con estos trabajos se creó un
proyecto en ChatGPT, en el que se comenzó a elaborar las ideas centrales del
escrito. También se creó un espacio de trabajo en NotebookLM donde también se evaluó el
contenido a tratar. Por último, se revisó la redacción con Languaje Tool y la
imagen fue creada con Copilot en la versión de Microsoft 365.
Flor Terán, G.
A., & Sandoval Reyes, P. A. (2024). La ética en el uso de la inteligencia
artificial (IA) en la educación: desafíos y oportunidades. Polo Del
Conocimiento, 9(11), 255–282.
https://doi.org/10.23857/pc.v9i11.8276
Gallent Torres,
C., Zapata González, A., & Ortego Hernando, J. L. (2023). El impacto de la
inteligencia artificial generativa en educación superior: una mirada desde la
ética y la integridad académica. RELIEVE - Revista Electrónica de
Investigación y Evaluación Educativa, 29(2).
https://doi.org/10.30827/relieve.v29i2.29134
Publications
Chester Fritz Library, L., & Egan, L. (2024). Plagiarism: History,
Culture, and Prevention. https://commons.und.edu/cfl-lp/23
Vargas-Morúa, E.
(2021). El plagio: consideraciones para su prevención. Revista Espiga, 20(41),
68–85. https://doi.org/10.22458/re.v20i41.3521
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